Mariano
López Marín
El día 6 de mayo en VALLANCA participé como conferenciante en el primer encuentro de Pita y Caja.Un gran día lleno de cultura y de familiaridad.La plaza de VALLANCA,su salón de cultura,sus calles y sus antiguas escuelas fueron el centro de todas las actividades organizadas con motivo de este I ENCUENTRO DE PITA CAJA.Cuatro grupos llegaron a la localidad para llenar con las notas musicales de la dulzaina y el tambor la plaza y las calles de la localidd en un día memorable para esta villa lleno de música popular,de aspectos etnológicos y de cultura.
Este encuentro fue propuesto a la alcaldesa de Vallanca Ruht Sánchez Ferriz por la pitera de Negrón,una aldea de Vallanca, y enseguida se puso manos a la obra para organizarlo junto con su ayuntamiento y la colaboración de la Cofradia Virgen de Santerón, Roseras de Vallanca ,ICERA de Ademuz y Diputación de Valencia.
A las once de la mañana la alcaldesa Rhut Sa´nchez Ferriz dio la bienvenida a todos los grupos participantes , agradeció la colaboración de todos para que este fuese una realidad y recordó a los antiguos dulzaineros de Vallanca que amenizaban procesiones ,misas y verbenas por el Rincón de Ademuz y tierras próxinas de la Serranía de Cuenca como Salvacañete ,Moya y otros lugares.
A continuación , en el salón de actos municipal tuvieron lugar las dos conferencia programadas.En primer lugar habló D. Fermin Pardo,folklorista reconocido, Cronista oficial Oficial de Requena y Presidente del Centro de Estudios Requenenses que disertó sobre el " Folklore de Vallanca y su proceso de recuperación y grabación" con muchas referencias a las personas que lo conservaron y las características de este folklore. Posteriormente Mariano Lopez Marín hablo sobre " Aspectos etnológicos y cosntumbristas de las relaciones entre Salvacañete y Vallanca a través de los dulzaineros".Ambas conferencias fueron muy aplaudidas.
Despues en la plaza se presentaron los 5 grupos participantes en este I ENCUENTRO DE PITA Y CAJA ,hicieron una ronda por la localidad y actuaron después.A las tres nos juntabamos a comer todos y a convivir en lo que fueron las antiguas escuelas. A las 5 de la tarde se reanudaron las actuaciones en la plaza.Música de dulzaina y tambor para llenar de melodías,de cultura y de etnologia todo un pueblo.Mi mas cordial enhorabuena al ayuntamiento de Vallanca y a todos los que colaboraron para sacar adelante esta iniciativa. Un dia extraordinario compartido con las buenas gentes de Vallanca,con mis familiares residentes allí y con muchos amigos .
Comparto con todos mi conferencia para que los que no pudieron asistir puedan conocerla.Es cultura de dos pueblos y de una zona de frontera con intensas relaciones de todo tipo desde hace siglos.
El momento de mi conferencia acomnpaañdo del moderador álvaroSa´nchez Ferriz y del otro conferenciante D. Fermin Pardo Cronista Oficial de Requena.Foto Raul Eslava
Trìptico de este I Encuentro de Pita y Caja con todas las activades programadas y los colaboradores.
Reportaje fotográficoo del encuentro:Fotos de Raul Eslava ,Alvaro Sánchez y Alejo Villanueva
Los grupos participantes desfilando por Vallanca
Intervención de la alcaldesa de Vallanca en el momento de la inauguaración del encuentro
Ruth Sanchez Ferriz,alcaldesa de Vallanca, con los conferenciantes.
Dos actuaciones de dos grupos participantes en el encuentro.
Comiendo todos juntos en el antiguo local de las escuelas de Vallanca.
Buenos días alcaldesa de Vallanca, amiga Ruth,
corporación municipal, Cofradía Virgen de Santerón, amigos todos. Es para mí un
inmenso honor estar esta mañana en Vallanca
en este acto cultural y esta
jornada de pita y caja. Cuando vuestra joven alcaldesa me propuso participar en este evento no dudé ni un momento por el
gran aprecio que tengo al pueblo de Vallanca donde tengo varios familiares por
parte de mi padre y de mi madre y por las intensas relaciones que
Salvacañete ha tenido y sigue teniendo
con Vallanca, localidad con la
que compartimos no solo mojonera sino vivencias diversas y mucha convivencia entre
ambos pueblos a lo largo de los siglos.
De todo ello voy a hablar aquí hoy como una colaboración
cultural para este importante acontecimiento que tiene lugar hoy. Permitidme, que además de
a todos los vallanqueros y salvacañeteros habitantes actuales de nuestros
respectivos pueblos y a todos los que ya nos dejaron, dedique esta conferencia
a mis familiares y amigos de Vallanca, a los tíos Herminia y José, los primos
José Miguel y Rubén y su respectivas familias, a los familiares de Isidra Marín
Adalid y Bernabé Bonacho, el primo Enrique, su esposa Felicidad y sus
hijos y a la gran familia Adalid descendientes de
Florentino Adalid y Mercenaria Castelblanque
antiguos molineros del Molino de
Abajo de Salvacañete y de los que
alguno de sus 13 hijos vivos se estableció en Vallanca dando lugar a una
gran saga de Adalices, con raíces en la aldea de Negrón según me contaba Néstor Adalid , nieto de Florentino y
Mercenaria, molinero también en dicho Molino de Abajo, alcalde de
Salvacañete muchos años ,íntimo amigo y recientemente fallecido.
Vallanca y Salvacañete han
estado y siguen estando relacionados desde hace siglos no solo por compartir mojonera, cuyo último deslinde
se realiza a finales del siglo XIX, sino
también por relaciones etnológicas,
culturales y económicas como zonas de
frontera que fueron ambas villas.
Como curiosidad las aguas de
la vertiente este de Salvacañete van a parar al río Boigues desde el Barranco
de la Boquilla a donde llegan de parajes tan singulares y tan relacionados con
Vallanca como La Jarilla, Los Barrancos,
La Casa del Mojón, La Solana de Las
Cuevas, la propia Boquilla, La Tejería, el Acebillo y Tórmeda. Aguas
que llegarán al Turia en Ademuz a través de este corto pero espectacular
río Boigues con una hoz que es una auténtica maravilla de la naturaleza y que he recorrido muchas veces .Un rio que
siempre ha significado riqueza y belleza para Vallanca y que discurre a sus
pies moldeando el paisaje.
El aspecto religioso y festivo ha servido para relacionar a las tierras del Rincón de Ademuz
y en particular a Vallanca con Salvacañete y viceversa.
En la
fiesta de San Antonio, patrón de Salvacañete, el 13 de junio nunca faltaban
cuando yo era niño, finales de los años 1950 y principios de 1960 los
dulzaineros de Vallanca para amenizar la misa
y la procesión tanto por el pueblo como por la tarde cuando bajaban al
santo a la ermita y se subían a la
Virgen de Valdeoña. Agapito Ferriz Perea y José Ferriz “tio Piches”, como así
se llamaban estos dulzaineros, ambientaron
muchos años esta procesión y algunos más
la de las fiestas de septiembre cuando
el día 8 bajaban a la Virgen de Valdeoña
y se subían a San Antonio. La plaza y
las calles de Salvacañete y el camino de la Vega que conduce hasta la ermita
de nuestra patrona se llenaban de
los acordes de la dulzaina y el tabalet,
pita y caja hoy , con la interpretación
magistral de los vallanqueros Ferriz que eran como uno más de la familia en
Salvacañete cuando llegaban estas fiestas. Siempre eran invitados a comer en
alguna casa .Recuerdo sus compases en la iglesia, en la plaza y por las calles
de la procesión y sobre todo en la bajada a la ermita y posterior subida cuando pasábamos por la carretera de Cuenca a
Teruel toda llena de chopos y frutales
en sus márgenes o por el puente
del Ventorro donde se confundían el
rumor del agua del Cabriel con los sonidos de la dulzaina y el tabalet. En la fiesta de Santerón también estaban
estos dulzaineros de Vallanca
impresionando su sonido en medio de la pradera de la ermita y los pinares de
alrededor entre el alegre bullicio de la fiesta protagonizada por gentes de esta zona de frontera entre
Castilla, Aragón y Valencia.
Agapito
Ferriz Perea y José Ferriz “tio Piches” los dulzaineros de Vallanca.
La fiesta de Santerón, antiguamente celebrada el lunes
de Pentecostés y en la actualidad el sábado anterior a dicho lunes congrega y
congregaba a gentes de Vallanca y de Ademuz
que compartían fiesta y mantel
con otras de Algarra, El Cubillo, Alcalá de la Vega y Salvacañete con sus
aldeas, especialmente Casas Nuevas y los caseríos cercanos de La Boquilla, Tórmeda y La Casa del Mojón. Desde la aparición
de la Virgen de Santerón en el siglo XIII hay en Salvacañete mucha
devoción hacia ella y su fiesta anual era un momento de gran
regocijo para nuestras gentes que acudían a la grupa de sus caballerías[1] al
lugar de Santerón donde compartían y comparten con gentes de Vallanca o de Ademuz y con sus vecinos de las Tierras de Moya, pueblos de Algarra, Garcimolina, El Cubillo y Alcalá de la Vega. Mis padres me
llevaron por primera vez a esta fiesta de Santerón con tan solo dos años, en el año 1955, metido en los cujones
del serón, según me comentaron ellos. A Santerón íbamos en caballerías y era
costumbre que los “mayos “fuesen con las
“mayas” en la misma montura .El chico ponía la caballería y la chica la merienda. A la hora de comer cada pueblo tenía asignado un cerrito o zona
Despues de un día intenso de fiesta y de convivencia entre gentes de pueblos
diversos en la ermita de Santerón y sus aledaños vuelta a Salvacañete. A la entrada del pueblo
, cuando yo era chico ,había carreras de grupas haber quien llegaba primero al
pueblo y despues estas carreras se hacían entre los dos bares que había en las
proximidades de la plaza, el bar del tio Julián Valero en la entrada y el bar del tio Elías Ibáñez
en el otro, junto al ayuntamiento. En
estos bares les obsequiaban con refrescos.
Imágenes antiguas de la Fiesta de Santerón.
Otro
momento de intercambio cultural entre Salvacañete y el Rincón de Ademuz, y en
particular con Vallanca ha sido el Septenario del traslado de la
Virgen de Santerón a Vallanca. Cada siete años los de Salvacañete, junto con
muchas personas de las antiguas Tierras de Moya, acuden prestos a recibir a la
Virgen de Santerón a Vallanca. La carretera de Negrón, el camino de bajada y
los alrededores de la Fuente de la Teja en Vallanca se convierten en lugares de
encuentro y de amistad. La entrada a la iglesia de Vallanca es especial cada 16
de septiembre en tiempos de Septenario, el próximo a celebrar en 2019. Estas fiestas de
septiembre cada siete años, conocidas como “las fiestas gordas de Vallanca” han
contado siempre con gran participación de gentes de Salvacañete y sobre todo de
sus aldeas fronterizas con el Rincón de Ademuz, Casas Nuevas y la Hoya del
Peral. ¡En cuántos Septenarios de la
Virgen de Santerón habrán participado estas aldeas
y el propio Salvacañete!
Antiguamente, en los años mozos de mis padres, década de los años 1940 y
posteriores se bajaba a Vallanca
andando. Regresaban cuando acababa el baile y muchas veces debían ir a trabajar habiendo dormido muy poco
porque eran varias horas de camino desde Vallanca hasta Casas Nuevas o La Hoya
del Peral.
Septenario de la Virgen de Santerón 2012
Si nos remontamos a tiempos más recientes, el
siglo XX, Vallanca y Salvacañete
han compartido y siguen
compartiendo muchas cosas. En las fiestas de Salvacañete, 3 de mayo Día de
la Cruz, 13 de Junio San Antonio, domingo siguiente a San Antonio fiesta de San
Antoniete en la parroquia del Masegar,
fiestas del Corpus o en las de Septiembre en honor de la Virgen de Valdeoña, nunca han faltado los turroneros de Vallanca o de Ademuz.
Recuerdo de niño, con 7 u 8 años, a
final de la década de los años 1950 y principios de los sesenta ver junto a la plaza, en la puerta de la posada
del Tío Valeriano Pérez, en la
actualidad de sus nietos Cruz y Felisa
Sanz Pérez, a varios turroneros. Venían la Tía
Adela casada con Millán el de
Teruel, la Tía Constantina de Vallanca parienta de mis padres y Pepe de Ademuz.
Tenían su puesto los días que duraba la
fiesta, 4 en el Corpus y 4 ó 5 en septiembre para el día 8. Con sus arquillas llenas de alajú y turrones de Vallanca, mazapán, turrón de
guirlache, chupos y petardos. Éstos últimos eran la delicia de los más
pequeños. Los turroneros emprendían su ruta en caballerías desde Ademuz y
Vallanca recorriendo todos los pueblos
limítrofes Salvacañete, Salinas del Manzano, Tejadillos, Zafrilla, El Cubillo,
Alcalá de la Vega, Algarra, Garcimolina, Santo Domingo de Moya, Landete
y Talayuelas. Cada turronero tenía y tiene sus pueblos de venta. Coincidían todos en Garaballa, el 8
de septiembre, día de la Virgen de
Tejeda porque allí había y hay mercado para todos. Esa imagen de los turroneros la contemplamos actualmente en Salvacañete en
septiembre, para San Antonio y para el día de la Cruz. En septiembre vienen
todos los años, fieles a su cita, Fermín y su esposa Pilar, ambos de Ademuz y con
muchos amigos en Salvacañete. Elabora un alajú especial, tanto el normal como
el de nueces. Otros turroneros famosos fueron Los Pitoches de Ademuz. También
eran carniceros y compraban su género en Salvacañete y otros pueblos. En Vallanca
hay descendientes de una familia
con orígenes en Salvacañete y que fueron también turroneros Elena Adalid Castelblanque y Vicente Millán.
La Tía Elena era de Salvacañete, familia de mi abuela materna Isabel Marín
Adalid e hija de Mercenaria Castelblanque y Florentino Adalid, los molineros
del Molino de Abajo de Salvacañete, padres de 17 hijos, aunque todos no
vivieron. Vicente y Elena tuvieron 5 hijos
Constanza, Auria, Castor, Quico y Evaristo. Constanza y Evaristo fueron
también turroneros y recuerdo verlos por Salvacañete ya mayores, ella con su
esposo Paco Cadenas y Evaristo con su
esposa Adela. Vinieron a Salvacañete muchos años. Paco Y Constanza, dueños del
rento de Tóveda, en la actualidad explotado por Miguel esposo de su nieta
María, compañeros y amigos. La Tía Constanza y el Tío Paco tuvieron dos hijos,
Vicente y Victoriano. Victoriano y su esposa María también fueron turroneros y
hace años también lo fue una de sus
hijas, María. Todos ellos venían por Salvacañete en distintas fiestas.
Distintas imágenes de la fiesta de Santerón .Gentileza de D. Alfredo
Sánchez Garzón.Muchas gracias.
Mis
recuerdos de Vallanca son variopintos. Además de todos los mencionados vienen a
mi memoria los encuentros de futbol entre jóvenes de ambos pueblos que se
llevaban a cabo en los años 1960. Jugaban los hermanos Aspas de Salvacañete,
los mellizos Bienvenido y Urbe, este último padre de dos grandes jugadores de futbol
y lo hacían en el campo de la Dehesa en
Salvacañete con nutrida representación
de ambos pueblos .Un hermano de estos
Aspas, Ángel Aspas, estuvo de secretario del ayuntamiento en Vallanca. El
septenario de la Virgen de Santerón o “fiestas gordas de Vallanca” también me
traen gratos recuerdos. Estuve por
primera vez el año 1977 con mis padres que me habían hablado mucho del mismo.
Quedé impresionado del espectáculo de la
Virgen de Santerón llegando a Vallanca
en las proximidades del Merendero de la Teja el 16 de septiembre en tarde apacible y la devoción de un pueblo y una comarca que se
vuelca con esta imagen. Y por supuesto
con la gran cantidad de actividades festivas que se organizan con tal
motivo que bien ganado tienen el título
de fiesta de interés turístico concedida por la Consellería de Cultura de la
Generalitat Valenciana. A Vallanca iban
los de Salvacañete a por vino sobre todo
en época de esquileo, siega, trilla, etc. Lo traían en pellejos o en garrafas.
.Entonces había bastante viñas en Vallanca .Recuerdo en una de las estancias en casa de mis tíos José
Sánchez y Herminia López Marín, ir a una bodega familiar, el famoso “cubo”, con
Luciano Sánchez hermano de mi tío José, mi padre y mi tio Miguel a tomar un vino sacado directamente
del tonel y acompañado de una sardina
salada o unos tacos de jamón
Los colmeneros de Salvacañete también han tenido mucha
relación con el Rincón de Ademuz pues a veces dejaban sus colmenas en lugares de esta comarca. Y los colmeneros del
Rincón dejaban las suyas en el término de Salvacañete en verano, cuando era
abundante la flor de espliego Mucha de
la miel que se recolectaba en
Salvacañete iba a parar a los
antiguos turroneros vallanqueros y ademuceros para elaborar guirlache,
alajú y otras variedades. El abuelo Jesús en la Boquilla tenía mucha relación
con antiguos colmeneros del Rincón de Ademuz que dejaban sus colmenas en lugares próximos a este caserío. De colmenas y colmeneros he recibido cumplida
información de varias personas de Salvacañete,
algunas familiares míos que explotaron este recurso, un complemento más para la
economía de las gentes de esta zona.
Los
tratantes de caballerías de Vallanca y
de Ademuz y de otras zonas próximas venían por Salvacañete y sus aldeas varias
veces al año con sus reatas de mulas y machos, muletos, yeguas y algún borrico.
Evaristo el de Vallanca y sus hijos, Pepe Camañas de Ademuz y otros tratantes se alojaban en la posada
del Tío Valeriano Pérez, junto a la plaza de Salvacañete y al lado de la herrería
de León Solera, que esos días tenía más
faena. Durante algunos días estaban en
Salvacañete y sus aldeas comprando y vendiendo caballerías. En Noviembre y Marzo era tiempo de ferias en
Ademuz y allí acudían las gentes de Salvacañete lo mismo que en San Miguel iban a la feria de Landete. Alboroques,
compras y ventas, fiesta y convivencia y sobre todo intercambio de cultura
entre esta zona castellana y el Rincón
de Ademuz en tierras valencianas. Sobre estos tratantes de caballerías que
venían a Salvacañete incluí en un poema dedicado a los herreros de Salvacañete
estos versos:
Al lado mismo de la fragua
los tratantes llegan
con reatas de caballerías
que de Ademuz, Vallanca o Landete
llegan
Evaristo el de Vallanca
Peteque o Pepe Camañas, gentes buenas
tratantes de caballerías
visitantes de esta tierra
ocupantes de viejas posadas
la del tío Valeriano por más señas
o la de Juan Valero
ambas muy cerca.
Algunas de las caballerías
a herrar se llevan
hay que llevarlas muy bien
para que tengan presencia
y permitan un buen trato
y tengan buena venta.
En conversaciones de la fragua
se oyen conversaciones como esta
¡que bueno es este macho!,
¡que yegua más buena ¡
¡que romo más fuerte”
¡que yeguato con más fuerza!
Eran otros tiempos,
las caballerías eran la fuerza
para trabajar en el campo
y cargar de alguna manera
haces de mies segada
o productos de la Vega,
tener carros diversos,
o transportar madera,
trillar la parva
o binar la tierra.
El
intercambio de trabajadores entre El Rincón de Ademuz y Salvacañete ha sido y
es intenso. Mi padre ha esquilado
ovejas durante veintitantos años en todo el Rincón, desde Castielfabib hasta
Torrebaja, Casa Bajas, Ademuz y Vallanca. Albañiles diversos de Vallanca como Luis
y otros y de Ademuz han trabajado y siguen trabajando en Salvacañete.
Las relaciones comerciales entre Vallanca y
Salvacañete y viceversa se han prolongado desde los siglos XIII y XIV
hasta la actualidad... Y si analizamos las familias de Salvacañete ubicadas
en pueblos del Rincón de Ademuz, en casi
todos encontramos alguna. Vallanca tiene también algunas familias con orígenes
en Salvacañete como la familia Adalid,
la de Enrique Bonacho Marín en la que su madre Isidra Marín era de Salvacañete. Muchos años tuvieron tierras y
casa en la aldea de Casas Nuevas. A finales del siglo XIX, en 1878, José Adalid
y María Eslava, vecinos de Vallanca,
tenían numerosas propiedades agrícolas en Salvacañete, casi todas en la
aldea de Casas Nuevas, según consta en documentación municipal sacada del archivo
histórico de Cuenca. Herminia López Marín, mi tía, también reside en Vallanca.
Está casada con José Sánchez. Recuerdo
cuando íbamos a moler al Molino de la Fábrica de Salvacañete en los años 1960 que había un matrimonio de molineros que
eran de Vallanca. Se llamaban Manuel Villaescusa y Enriqueta Mañas. Estuvieron
varios años de molineros hasta que el molino fue comprado por Pedro Jiménez
Vizcarra del rento de Masegarejo y se
quedó de molinero mi tio Felix López
Marín, casado con Emiliana Jiménez Soriano, hija del tio Pedro hasta que
cerraron el molino en la década de los años 1970.Vallanca tiene tradición molinera y a finales del siglo XIX, año 1885, aparecen
dos hermanos vallanqueros, Vicente y Juan Rives Chafé, como dueños del Molino
de Rives en Enguídanos, situado muy
cerca del pueblo. Eran molineros de profesión y técnicos en montaje de molinos.
A los molineros del Cabriel dedique un
poema del que os recito un pequeño
fragmento.
A vosotros grandes amigos
los esforzados molineros
de los molinos del Cabriel
de este Salvacañete nuestro
quiero rendir homenaje
por vuestra entrega y denuedo
a esta profesión hermosa
hoy olvidada casi por completo
molineros del Cabriel
esforzados molineros
entre el murmullo del agua
y los caces señeros
junto a hermosas riberas
trabajadores de otros tiempos
con los que he compartido
vivencias y recuerdos
de sus viejos molinos
esos molinos señeros
a los que os dedicasteis
con entrega y con esfuerzo
Para la siega, durante la segunda mitad
de julio y primeros de agosto, numerosas
cuadrillas de segadores de Vallanca y de otros pueblos del Rincón acudían a segar a la Hoya del Peral, Casas
Nuevas y otras aldeas salvacañeteras.
En la Hoya del Peral segaban para
los Joaquinos, Mariano Marín y sus hermanos, dos de los cuales han vivido en
Ademuz, José y Cecilio Marín. Los de Salvacañete iban a segar en la década de los años 1910 a 1940 a tierras aragonesas y
de ese intercambio han quedado en nuestro folklore[2] muchas canciones de siega
con tema aragonés. Castellanos y valencianos hemos convivido en esta zona con
aragoneses. La Cruz de los Tres Reinos es un ejemplo de unión entre tres comunidades y símbolo de antiguas concordias
entre Castilla, Aragón y Valencia[3]. Recuerdo
el duro trabajo de los segadores en otro
poema “Tiempo de siega y trilla” escrito hace años.
Madrugan los segadores
para llegar a la faena
con sus machos preparados
y sus hoces entre telas,
zahones blancos y fuertes
a los que acompañan las zoquetas.
Por los caminos del pueblo
y por
calles y sendas de las aldeas
van llegando todos al tajo
recorriendo viejas sendas
testigos de muchos años
de ir y venir por estas tierras,
viejos caminos de herradura
que los machos pisotean
acarreando las mieses
por el calor ya resecas.
Ha comenzado el trabajo
las corbellas
resuenan
cuando cortan las mieses
llevadas por manos
expertas
que cada momento e instante
los manojos rodean
protegiendo de cortes
con esas famosas zoquetas
que con madera muy fuerte
están muy bien hechas.
Tras los segadores y segadoras
quedan gavillas perfectas,
el rastrojo y los tajos limpios
y la mies cortada y seca,
sea trigo o cebada
centeno o la seca avena.
Hay un
bullir de personas
por todas las extensas tierras
donde está la añada
y las mieses se siembran.
A lo largo del día
se oyen canciones de siega,
viejas canciones serranas
que ayudan a la faena
canciones tradicionales
aprendidas
muy de veras
cuando iban a segar
a aragonesas tierras
transmitidas de padres a hijos
conservadas con
delicadeza.
A la
inversa los de Salvacañete bajaban a Ademuz a sus afamadas ferias de ganado en
San José y para Noviembre. Según me informaba hace años el salvacañetero Benito Marín, amigo de mi padre
y que estuvo muchos años de mozo en Ademuz, la explanada donde ahora está el
hotel Casa Domingo antes de construirlo se llenaba de reatas de
caballerías y de tratantes afamados,
algunos a los que todavía he conocido, Pepe Camañas de Ademuz, Evaristo el de Vallanca, los
Pitoches y otros. Hasta 10 tratantes había en Ademuz y Vallanca. Eran días de feria, de convivencia, de trato y de
alboroque. No solo se vendían y compraban caballerías sino también las ferias
de Ademuz era momento para comprar
atalajes en los guarnicioneros, tejidos
y otros productos sin olvidar algún dulce, los famosos chupones y el alajú en
el que los turroneros de Vallanca y
Ademuz han sido consumados expertos. Mi padre ha estado muchas veces en la
feria de Ademuz vendiendo las crías de
una yegua percherona que teníamos. Además debía bajar también a la
parada de la remonta que había en Ademuz
a “echar la yegua” al caballo o al burro
para que se cubriese. Todavía recuerdo una vez
en la década de los años 1970 que me tocó a mí bajar a Ademuz a la
parada. Hice el camino con un ademucero
que había venido a vender fruta. A la vuelta se llevaba lechones para
engordar. Nos desplazamos a través del camino del Cabezo de Vallanca y
por la carretera que une Vallanca y Ademuz. Era el mes de julio y nunca he
pasado tanto calor como en el recorrido de Vallanca hasta Ademuz por encima de la hoz del río Buhigues.
Gracias que el brigada y los soldados de la parada me atendieron
amablemente. Por la tarde a deshacer el
camino hecho de mañana y parada obligada en casa de mis tíos José Sánchez y Herminia López en
Vallanca para reponer fuerzas. ¡Cuántas veces habrán hecho ese camino
vallanqueros y ademuceros cargados con mercancías y salvacañeteros que bajaban a Vallanca y Ademuz a por vino, a
sus ferias o por otros productos!
Los
caminos desde Ademuz o Vallanca hasta Salvacañete, sus aldeas y otros pueblos limítrofes de la Serranía de
Cuenca en los años 1920 a
1970 se llenaban de gentes que comerciaban entre unos pueblos y otros. De Ademuz y Vallanca se traían frutas diversas y vino o se bajaba
a comprar a Ademuz muebles y tejidos. A la inversa desde Salvacañete y sus
aldeas se llevaban a Ademuz y Vallanca
paja, trigo, gorrinos pequeños para engordar, corderos engordados, ovejas, etc.
Me contó en Vallanca el mismo día de la conferencia su propia hija como su madre, Josefina Collado, subía a
Salvacañete con cierta frecuencia a
rizarles el pelo y peinar a mujeres de las aldeas de Hoya del Peral, La
Nogueruela y otras e incluso llegaba hasta el Collado de la Grulla. Esa misma persona,
cuando había visita del Sr. Obispo a Salvacañete, unos días antes les enseñaba
a cantar canciones religiosas a las
gentes de nuestro pueblo. ¡Qué gran labor!
Aldea de la Hoya del Peral.Salvacañete.Fotografía de Toni Virtudes Segarra . Gracias
Desde Ademuz y Vallanca había un trajín caminero hacia Salvacañete y sus
aldeas y hacia otros pueblos limítrofes con Salvacañete como Zafrilla y
Tejadillos. Por el Cabezo de Vallanca, por Los Santos y La Casa Molina o por Tóveda llegaban hasta la Casa del Mojón
lugar salvacañetero muy ligado a pactos y concordias entre los reyes
castellanos, aragoneses y valencianos en
los siglos XIII, XIV y XV[4]. Allí
siempre eran bien recibidos los arrieros, los turroneros o los tratantes de
caballerías por la Tía Conrada, su
marido y su hijo Tomás Rubio. La Tía
Conrada era una mujer muy hospitalaria con todo el que llegaba o iba de paso
hacia el Rincón de Ademuz o hacia Teruel
y así lo reconoce el escritor de
Torrebaja Ricardo Fombuena en su obra “Pinceladas por la Sierra de Albarracín”[5]. En ella hace una descripción muy exacta de
este lugar, de la antigua casa y de la “Cruz de los tres Reinos”, en la aldea de la Hoya del Peral. Era y es lugar de paso obligado, a través de
la nacional 420, Córdoba-Tarragona, hacia Aragón, El Rincón de Ademuz y Cuenca. .” Allí la tía Conrada daba posada al viajero y comida al que no la
conocía....................... y el boato de regias comitivas, ansiosas de
pactos y tratados, entre los resuellos de caballeros y cabalgadura, hoy mucho
más lejano en el recuerdo que las ruinas de la “Casa del Mojón”, borradas retóricamente sobre espacios vacíos.”.
Al fondo ruinas de la Casa del Mojón.(Salvacañete) M.L.M.
Un poco más delante de la Casa del Mojón en dirección
a Salvacañete los arrieros y los
caminantes encontraban el caserío de La Boquilla donde el abuelo Jesús y la
abuela Isabel junto a sus siete hijos recibían a los viajeros
y nunca faltaba la charla amena o el chascarrillo.
Ruinas del caserío de la Boquilla (Salvacañete).Foto Mariano López Marín
Mi abuelo materno vivía en el caserío
de la Boquilla, junto a la carretera nacional 420, cerca de la aldea
salvacañetera de Casas Nuevas. Su casa era parada obligada de los arrieros[6]
que venían de Ademuz y Vallanca con frutas diversas; uvas, manzanas, peras, con
vino y con vinagre. Vendían por Salvacañete y sus aldeas Hoya del Peral, Casas
Nuevas, La Casa del Mojón, Los Cortijos
La Nogueruela, Torrefuerte, El Valle Carmona el Portillo y otras. Hacían la ruta de los
pueblos de la Serranía Baja de Cuenca. Pasaban
por Salvacañete, primer lugar en tierras castellanas, continuaban por
Salinas del Manzano, Tejadillos,
Zafrilla, Cañete, Boniches, Pajaroncillo
y Carboneras de Guadazaón. Por el Sur iban hacia El Cubillo, Alcalá de la Vega
Campillos de Paravientos, Fuentelespino de Moya, Santo Domingo de Moya y sus
aledaños como Pedro Izquierdo, Los Huertos y el Arrabal, Landete importante
centro comercial como Ademuz y
Talayuelas. Los arrieros siempre llevaban dos machos y un burro para tirar de
su carro de varas cargado con peras
santiagueras, manzanas, uvas, vinagre y vino. Cada época un producto o
productos del Rincón cultivados unos y otros elaborados con mucho esmero.
Venían por Tóveda y Barranco de Valencia para adentrarse en Salvacañete y en
Castilla por la Casa del Mojón. Para los de Vallanca y Ademuz, los de Salvacañete éramos y somos” los de Castilla”. Estos arrieros se
alojaban en las posadas de cada pueblo. En Salvacañete en casa de Valeriano
Pérez o de Juan Valero, ambas junto a la
plaza para facilitar las ventas. A veces se alojaban en casa de Hipólita y Jesús Yuste, junto a la carretera Nacional
420, en la entrada de la carretera de acceso al pueblo y lugar de alojamiento de arrieros,
tratantes de caballerías y de
parada de la línea Cuenca Teruel en las
décadas de los años 1950 hasta la actualidad. Hoy ya no podemos contemplar esa
posada pues ha sido recientemente derribada. En Casas Nuevas paraban en la
posada de Cándido Marín, tío de mis padres. ¡Cuántos amigos hizo el abuelo en Vallanca y Ademuz!
Además la abuela Isabel tenía numerosos familiares en Vallanca. Su hermana
Isidra Marín Adalid fue alcaldesa de Vallanca
y un hijo suyo y su familia viven todavía allí. El otro, falleció hace
años.
Aldea de Casas Nuevas (Salvacañete ) años 1960.Debajo una foto actual.
La explotación maderera de los bosques de Salvacañete
tanto los de pinos, como los bosques de ribera de chopos y los nogales
repartidos por todo el término también unió a Vallanca y todo el rincón de
Ademuz con Salvacañete. En el siglo XVIII existía una ruta carretera que desde
Salinas del Manzano, Alcalá de la Vega, Salvacañete y algunos pueblos de Teruel
próximos a él unía Salvacañete con
Ademuz a través de la Casa Del Mojón y Las Tóvedas para llegar al aguadero de Ademuz, junto al Turia, para
dejar allí los troncos y transportarlos por el río hasta la ciudad de Valencia.
Numerosos documentos del Archivo del Reino de Valencia nos
hablan de ello, tanto de los lugares de tala
como del transporte hasta Ademuz pasando por el término de Vallanca .No
es de extrañar que en las cuadrillas de carreteros hubiese gentes de Vallanca junto con las de
Salvacañete y otros lugares próximos. En el transporte de madera por los ríos
los gancheros del rincón de Ademuz eran
famosos junto con los de Chelva y Cofrentes. El
transporte de maderas a través del
río Cabriel también sirvió para
estrechar las relaciones entre el Rincón
de Ademuz y Salvacañete y otros pueblos de las Tierras de Moya. Los gancheros del Rincón de Ademuz[7] junto
con los de las comarcas de Chelva y Cofrentes
tenían fama merecida de expertos
conductores de maderadas. Se ganaron esa fama en el Turia, en el Júcar y
en el Cabriel, ríos que conducían las maderas de esta parte de la Serranía de
Cuenca y de la Sierra de Albarracín hasta Valencia en épocas del Marquesado de Moya. Las condiciones de
trabajo eran duras. Durante semanas y
meses, un grupo de hombres luchaban con las aguas de nuestros ríos,
aguas a veces turbulentas, para transportar sobre ellas centenares de troncos
de madera extraídos de los montes
serranos. La última maderada que bajó por el Cabriel en el término de Salvacañete fue en 1941.
Desembarcaban los troncos en el Puente
del Ventorro, en la nacional 420, muy cerca del pueblo y desde allí los llevaban en carros madereros
a Cuenca, a Carboneras o a Utiel. En Salvacañete hubo buenos carreteros. El tío
Mariano Murciano fue uno de los últimos
gancheros que he conocido y él me contó infinidad de cosas de esta dura
profesión y de que tuvo compañeros del Rincón de Ademuz. El nombre de gancheros[8] le
viene por el instrumento de trabajo que utilizaban para conducir los troncos
un palo largo de avellano, sabina o pino, de unos dos metros, y dos
centímetros de diámetro acabado en una
punta lanceolada de unas 4 pulgadas . Con la punta
de este palo se empujaban o espoleaban los maderos y se refrenaban, si iban
demasiado deprisa, con una especie de
gancho convexo que sale de la hoja de la
lanza en su cubo o base. El importe que cobraban por el transporte dependía del
número de troncos y de la distancia a la
que hubiese que llevarlos. Cada conducción de maderas llevaba un número
determinado de gancheros según la cantidad de piezas a desplazar. Cada maderada
era una auténtica empresa organizada en
cuadrillas o campañas de 10
gancheros. Cada cuadrilla tiene su guisandero,
el cuadrillero o jefe y el ranchero, que guardaba el hato y que
solía ser un chico entre seis y diez
años. Por cada cinco cuadrillas se elegía un mayoral y éstos se distribuían según los accidentes del terreno.
Siempre iba uno a la zaga y otro en vanguardia. Los propios mayorales tenían su
capataz o superior que era el que
más ganaba, unos 12 reales diarios frente a 10 los de vanguardia y
retaguardia... Los cuadrilleros cinco y
cuatro los otros nueve compañeros. Los
rancheros 1 real. Además de los salarios recibían ración diaria, compuesta de
tres libras de pan común y media azumbre de vino para cada individuo, con doce onzas de aceite y media libra de sal por cuadrilla.
Para comunicarse entre ellos utilizaban una telegrafía convencional con signos
que sólo ellos conocían.
Ya en la
segunda mitad del siglo XX gentes de Vallanca compraban maderas de chopo y
nogal para industriales valencianos en nuestra zona. Evaristo el de Vallanca y
sus hijos y Juan José Bonacho Marín eran algunos de estos compradores. Hasta
fechas recientes un hijo de Evaristo
todavía compraba chopos en Salvacañete y adquirió parte de la casa del
Ventorro, estando siempre presente en nuestras fiestas.
Y no podemos olvidar la explotación del azafrán en
Vallanca y las mujeres de Salvacañete, especialmente de la Hoya del Peral, que
bajaban de roseras a dicha villa, algunas de las cuales eran familia de mis
padres y las llegue a conocer.
En el
folklore y en el vocabulario hay muchas similitudes entre Salvacañete y el Rincón de Ademuz en general
y con Vallanca en particular con clara
influencia aragonesa en ambas, tanto en el
folklore como en su vocabulario,
notándose también la influencia
castellana en el Rincón de Ademuz. Distintas manifestaciones etnológicas
de ambas zonas, como su folklore, sus fiestas, sus tradiciones, el gusto en
ambas por la jota aragonesa o los dichos populares refleja similitudes aunque
con peculiaridades en cada zona.
Quiero homenajear
hoy
a estos
hombres y a estas tierras
que han
convivido durante siglos
por ser
tierras de frontera
entre
Castilla y Aragón,
entre
Castilla y Valencia
tierras del
Rincón de Ademuz
y de la
provincia de Cuenca
Vallanca y Castielfabib
y las Veguillas
de Sierra
que con
Salvacañete lindan
y comparten
mojonera
en ese lugar
histórico
Cruz de los Tres Reinos
señera,
lugar de pactos y concordias
desde la Edad Media.
…… Tierras del Rincón de Ademuz
junto a la provincia de Cuenca
habéis compartido mucho
con Salvacañete y sus aldeas,
con el Marquesado de Moya
Tierras de Moya punteras,
con las tierras de Teruel
donde hace años os adscribieran
aunque fuisteis ante todo
las primeras en Valencia
que el rey conquistara
a los moros que aquí estuvieran.
Mis recuerdos variopintos
a vosotras me recuerdan,
a arrieros, tratantes y turroneros
a
comerciantes que por aquí llegan
venidos desde Ademuz
o de Vallanca, junto a la sierra
de Santerón tan famosa
que alberga hermosa dehesa
y esa Virgen milagrosa
que en Santerón apareciera
con devoción en todo el Rincón
y en Vallanca la primera,
en Algarra, Garcimolina y Alcalá
y en Salvacañete y sus aldeas.
Lunes de Pentecostés
a la grupa llegan
romeros de estos lugares
a compartir sus vivencias
a festejar a la Virgen
protectora de estas tierras,
entre Aragón y Castilla,
entre Castilla y Valencia.
Hay animación festiva,
se baila en la dehesa,
conviviendo gentes
de procedencias diversas
del Rincón de Ademuz
y de Moya
y sus Tierras,
tradición inigualable
que todavía es duradera.
Cada siete años
la virgen peregrina por la sierra
en dirección a Vallanca
que su Septenario celebra,
en septiembre con gran
gozo
del 16 al 26 con solera,
buen momento para compartir
la alegría de la fiesta
entre valencianos y castellanos
todos juntos en convivencia.
El camino del Cabezo
ha sido ruta caminera
de tratantes de caballerías
que con sus reatas llegan
a través de la Casa del Mojón
a Salvacañete y sus aldeas.
Las posadas de Salvacañete
tienen mucha faena
han llegado Pepe Camañas de Ademuz
y Evaristo de Vallanca con sus
yeguas,
con
machos, muletos y burros
todos para la venta.
Cada día recorrerán
lugares de especial transcendencia
haciendo tratos diversos
celebrando alboroques con paciencia.
También han pasado por el Cabezo
con sus banastos llenos de peras
de uvas especiales
y de manzanas esperiegas
arrieros diversos de Ademuz
o de Vallanca señera.
Pararan en la Casa del Mojón
o en La Boquilla para más señas
donde el abuelo Jesús
los recibe con complacencia
son amigos entrañables
del Rincón que aquí llegan
para vender sus frutas
y el vino de sus tierras
en estos lugares fronteros,
Salvacañete y sus aldeas.
Por el Barranco de Castilla
y por el de las Nogueras,
llega un olor a turrón
cuando
se acercan las fiestas,
son los turroneros de Vallanca y
Ademuz
que
van a realizar sus ventas
a estas tierras
de Castilla
tierras en la frontera.
Vienen a mi recuerdo
Millán y su esposa Adela,
la Tía Constanza y su hijo
y María su nuera
y en estos últimos años
Fermín y Pilar que se entregan
a la venta de turrón
con dedicación y presteza,
con amabilidad y con ganas
en nuestras entrañables fiestas
de la Virgen de Valdeoña
patrona de Salvacañete y sus aldeas.
……………………….
Para
termina mi intervención quiero agradecer a la alcaldesa de Vallanca el haberme
invitado a este acto y a todos ustedes
su asistencia, esperando que mis palabras hayan sido de su agrado. He intentado
poner mi grano de arena para resaltar las intensas relaciones entre Vallanca y Salvacañete
a lo largo de los siglos partiendo de la presencia de los dulzaineros de Vallanca en Salvacañete en sus fiestas.
Vallanca hoy se ha vestido de fiesta y de cultura con estas jornadas de pita y
caja que espero y esperamos se puedan
repetir en años sucesivos como cultura
de un pueblo que ha sabido
conservarla igual que su música
tradicional de la que escucharemos a continuación unos fragmentos tanto
de Vallanca cono de Salvacañete. Es
tiempo de mayos, tiempo de pita y caja,
tiempo de cultura tradicional que hay
que mantener y potenciar. Muchas gracias.
Vista de Vallanca.
Vista de Salvacañete desde el LLanillo.Foto de Alfredo Montero Martínez
[1].
López Marín, MARIANO.: “Etnología y costumbres populares de
Salvacañete”. Ediciones Rodeno y colaboración Excmo. Ayto. de
Salvacañete .Cullera, 2016 “La fiesta de Santerón”.
[2] López Marín, MARIANO y Rondalla Virgen de
Valdeoña. “Folklore de Salvacañete” Edic. Excmo. Ayto. de
Salvacañete. Salvacañete. 2000
[3]
Op cit. López Marín, MARIANO.-
“Salvacañete: su historia y sus gentes”. Ver “Salvacañete en la Edad Media” y
Salvacañete en los siglos XV al XVII. Cap. II y III Págs. 59-195
[4]
López Marín, MARIANO.- “Salvacañete: su historia y sus gentes”. Edic. Excmo. Ayto. de
Salvacañete. Gráficas Llogodí. Utiel. 2004.
[5]
FOMBUENA, RICARDO: Pinceladas por la Sierra de Albarracín”
VASSALLO DE MUMBERT Editor. Madrid. Págs. 14 y 16. .” Ricardo Fombuena es un escritor de
Torrebaja e inicia en este libro su
recorrido hacía Albarracín partiendo desde la Casa del Mojón hacia Teruel,
describiendo muy bien todos los lugares y pueblos a su paso.
[6]
Las informaciones sobre los arrieros del
Rincón de Ademuz son vivencias
personales y muchos aspectos que
me han contado mis padres Mariano Y Bienvenida y otras personas de mi pueblo y de sus aldeas”
[7]
Torres Mena, JOSÉ. : Artículo “Sobre aguas a veces turbulentas. Las Maderadas” OLCADES. Temas de Cuenca. Vol. 1.Págs. 11-26. Ediciones
Olcades. Cuenca 1981.
[8] López Marín, MARIANO.: “Etnología y costumbres populares de
Salvacañete” .Ediciones Rodeno y colaboración Excmo. Ayto. de Salvacañete. Cullera, 2016. El
transporte de maderas. Los gancheros
(C) MARIANO LOPEZ MARÍN