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miércoles, 22 de marzo de 2017

EN HOMENAJE A MI MADRE BIENVENIDA MARÍN MARÍN

       

Hoy 22 de marzo de 2017 nuestra madre  hubiese cumplido 92 años. Nació un 22 de marzo de  1925 siendo la primera hija de siete hermanos que eran Vicente, Amador, Bienvenida, Victoria, Marina, Isabel y Pura, todos nacidos en el caserío de la Boquilla (Salvacañete)  donde estuvieron hasta la década de los años  1940 cuando   se trasladaron a vivir al pueblo  y despues a  Casas Nuevas.
El día 9 de noviembre de 2106 nos dejó pero siempre la tenemos en nuestro recuerdo  toda su familia y su pueblo por su entrega desinteresada a los demás, por su ayuda  inestimable a todos, a mi padre,  a nosotros,  a sus nietos, a sus hermanos y sobrinos,  a toda la familia y  sus vecinos y su pueblo. ¡Qué gran legado nos has dejado madre  a mi hermana y  a mí, a todos tus nietos, a tu yerno y a tu nuera, a toda la  familia y  a nuestro pueblo! El padre y tú nos educasteis  en el esfuerzo y en la superación y siempre con  vuestra ayuda inestimable en todo momento, desde la más tierna infancia, etapa que recordamos con alegría familiar .Os esforzasteis  para que  mi hermana y yo pudiésemos estudiar y estabais muy orgullosos  de que ambos fuésemos maestros  y muy apreciados en los centros  donde estábamos. Igualmente os sentíais dichosos  con vuestras nietas y nieto  continuadores  de vuestra labor en vuestros hijos.
Hoy 22 de marzo quiero y queremos recordarte por tanto bien que hiciste a todos y , aunque físicamente no estés ya entre nosotros, sabemos  que allí donde estés te habrás juntado con el padre , con nuestro hermano Francisco, con los abuelos, con tu hermana Pura , con los  tíos  Saturnino, Miguel y Eladio, con los  familiares de las familias López  Marín, Adalid  y Martínez que ya no están entre nosotros  y con tanta gente de Salvacañete y sus aldeas  a las que ayudaste  a lo largo de tu dilatada vida .
Y que mejor homenaje  puedo y podemos  hacerte que recordar  todos los trabajos  que has ido haciendo a lo largo de tu vida  y que incluí en mi último libro ETNOLOGÍA Y COSTUMBRES POPULARES DE SALVACAÑETE. Tuvimos la gran suerte de que pudieses estar todavía en su presentación donde disfrutaste mucho, al igual que en los otros tres anteriores en los que no faltaron tus sabios consejos. Muchas informaciones del  mismo eran transmisión oral tuya  y que nos contaste  y me constaste  cuando  te lo solicitábamos. Pudiste tener el libro en tus manos, leer varios capítulos, disfrutar del mismo, ver todas las  imágenes incluidas en el ordenador  y saborear su contenido.
Gracias madre por tanta ayuda  a todos a lo largo de tu larga vida .Hoy 22 de marzo te seguimos recordando como lo que has sido  ,una gran madre, una gran esposa, una gran abuela y una grandísima persona, que aunque pequeña en estatura, tenía un gran corazón. En el cielo, que te has ganado con creces, sopla las velas de una imaginaria tarta acompañada de tus familiares y amigos  y nosotros desde la tierra  soplaremos esa tarta  con el halo y el viento del recuerdo de una madre y un padre que fueron especiales y que nos enseñaron a ser personas de bien, trabajadoras, preocupadas por los demás  y volcadas en nuestra familia, en nuestros amigos y en nuestro pueblo al que  tú  y el padre os dedicasteis con entrega.
                       
13 de agosto de 2016 .Mi madre con mi hermana Maribel ,mi esposa Maria Pilar y conmigo en la presentación de mi último libro Etnología y costumbres populares de Salvacañete en el centro social de la localidad


                                             Bienvenida Marín Marín  hace unos años.

La mujer en el mundo rural.

Mi madre Bienvenida Marín, ni abuela paterna Juliana Marín Martínez y muchas mujeres de Salvacañete y sus  aldeas ,especialmente de la Hoya del Peral, Casas Nuevas, el Molino de Arriba ,la Casilla ,La  Hondonada ,el Valle Carmona, Los Cortijos ,el Prado de la Madera, la Nogueruela , Torrefuerte, La Fuente de la Sabina ,Masegarejo y la Fuente de la Zarza que he conocido durante más de cincuenta años me ha servido de ejemplo y estímulo para redactar este capítulo dedicado como homenaje a la labor intensa de la mujer rural no sólo en nuestro pueblo sino también en nuestra comarca y comarcas cercanas.
La labor de la mujer en el mundo rural era muy variada y tenía que  atender a muchas faenas además de  ayudar en las tareas del  campo y la ganadería.
Ella se ocupaba de parir y criar hijos, en años de familias muy numerosas para tener más mano de obra para el campo y para la ganadería. Mi madre son siete hermanos, viviendo en la actualidad año 2017  cinco,  dos  nonagenarios y las otras tres  octogenarias y con muchas vivencias personales que me han ido contando. Mi padre eran cuatro hermanos, solo queda una en la actualidad Mi bisabuelo paterno y materno tuvo 7 hijos y mi tatarabuelo materno 17 de los que vivieron trece. Y así había muchas familias. Además de  atender a las necesidades de los hijos debía educarlos con el marido y atender a personas mayores cuando ya no podían por falta de salud. En nuestro caso en mi casa estuvieron un tío de mis padres, mis abuelos paternos y una prima de mi abuela que no tenía hijos. Y siempre recibían el trato cordial de mi madre, de mi padre y de nosotros. En la etapa escolar nos ayudaba a mi hermana  y  a mí, al igual que  mi padre. 
Cada día debía preparar el almuerzo, la comida, la merienda y la cena encendiendo la lumbre o la estufa previamente operación en la que la que le ayudaba mi padre. Mientras él arreglaba las caballerías para irse a trabajar al campo o de pastor u otras faenas  mi madre preparaba el almuerzo con migas ruleras o de pion, migas de niño con tostones, migotes, gazpachos  o migas gachas y tajadas o bien  un tazón de leche de nuestras cabras, de alguna vaca del pueblo o condensada, marca “el Castillo” acompañado de sopas de pan y de malta tostada por ella misma, molida y cocida en un puchero .La malta se hacía con cebada tostada en  el  horno. Debía también prepararle el avío  a mi padre   o al pastor cuando había pastores. En ese aspecto era especialista mi abuela Juliana. Todo ello muy temprano. Si los hijos debían ir a la escuela a otra aldea cercana debían prepararles el almuerzo y la comida. Eso ocurrió en unos años en la Hoya del Peral cuando mi padre estaba en edad escolar y todos los chicos de esa generación iban a la escuela de Casas Nuevas andando un buen trecho mañana y tarde hasta que hicieron la escuela en la aldea .Igual le ocurría a mi  madre y todos sus hermanos  que iban a la escuela de Casas Nuevas desde el caserío de la Boquilla, otros acudían desde Tórmeda, la Casa Nabina o la Fuente de la Zarza. En la Escuela del Masegar y posteriormente en la de la Nogueruela llegaban alumnos de aldeas y caseríos próximos  como ocurría en la escuela de los Cortijos.

                                               Mi madre con su nieta Ana
Cada mañana la mujer debía preparar la comida de los cerdos, mañana y tarde, un buena hechura   con patatas y peladuras de las mismas cocidas en el  caldero, remolachas, patacas o alfalfe seco molido mezclado  con agua, alfalfe verde o mielgas  y harina de cebada  o avena , otras veces de maíz  u hojas de remolacha troceadas y mezcladas con harina de avena o cebada y agua.. La depositaba en  el  tornajo de la gorrinera donde los animales daban buena cuenta de ello. También debía cuidar del corral familiar  donde había gallinas, pollos, conejos y  a veces pavos y patos. Ponerles comida y agua, limpiar sus bebederos, recoger los huevos, controlar si había alguna gallina clueca (llueca) y ponerla en un lugar abrigado para que incubase sus huevos y tener pollitos. Controlar las crías de  los conejos   y a veces cuando las cerdas parían  quedarse con ellas en la gorrinera para que no aplastaran a sus crías en los primeros momentos, labor ésta en la que se turnaba con el marido.
Cuando los hijos se habían ido a la escuela o si eran jóvenes al trabajo del campo, de  la ganadería o del bosque y el marido estaba haciendo faena en el campo nuestras mujeres aprovechaban para ir al lavadero público a lavar la ropa de la semana. En dicho lugar comentaban las incidencias del  pueblo o de la aldea. Y con la ropa limpia y aclarada volvían a casa y la tendían en lugares próximos. Nuestras abuelas utilizaban como lejía una solución hecha con carbón generalmente de carrasca  y ceniza y agua . Todo ello se filtraba en un “cociol” y allí se blanqueaba la ropa sumergiéndola. El jabón utilizado era casero, el llamado jabón de la abuela .Una vez al año lo hacían con grasa  de freír ya quemada  agua y   sosa caustica  mezclado en proporción de 6-6-1. Seis litros de grasa, seis de agua y un kilo de sosa, aunque había mujeres que añadían un poco más de agua. Toda esa mezcla se batía bien en un gran lebrillo con un palo, el palo del jabón, labor en la que ayudaban también los hombres y una vez bien trabada la pasta se echaba sobre un cajón de madera  y se dejaba enfriar. Al día siguiente o a los dos días se  sacaba del cajón y se partía en trozos con un alambre cuando todavía estaba tierno. Se podía hacer también  con un cuchillo para separar las pastillas de jabón. Después se guarda en un lugar seco y había jabón para  un año. Recuerdo cuando muchas familias cambiaban los jamones por tocino, por cada kilo de jamón  dos o más de tocino, para tener alimento para más tiempo y grasa para hacer jabón. En el mundo rural siempre se ha aprovechado todo.
Una vez al año se lavaban las fundas de los colchones y la lana y se hacía en el río o en alguna fuente o balsa cercana como en el caso de algunas  aldeas, rentos  y caseríos de Salvacañete.


                     Nuestra familia  mi esposa María Pilar , mis hijas  Sara y Raquel y yo   
 con mi madre. 
Para aprovechar bien las prendas de vestir y los calcetines se hacían zurcidos y se ponían piezas en aquellas partes que estaban más  deterioradas como las rodilleras. Algunas mujeres  eran auténticas artistas  en zurcidos como mi suegra Marciala López, de Landete En las sabanas cuando se rompían por algún sitio se les ponía una pieza bien zurdida que casi no se notaba. Las mujeres del mundo rural debían saber tejer, cortar y zurcir. Y todo esto se aprendía de madres a hijas La llegada de la máquina de coser supuso un avance importante para  nuestra mujeres rurales. Algunas eran expertas en  cortar y coser prendas a medida, aprendiendo  esto de modistas profesionales,   en los cursos de la sección femenina o en cursos a distancia .Los jerséis y bufandas y otras prendas las confeccionaban ellas mismas de lana. Recuerdo ayudarle a mi madre a  convertir madejas de lana en ovillos  teniendo la madeja entre mis  dos muñecas con los brazos abiertos y ella iba haciendo el ovillo. Mi madre  con noventa años seguía tejiendo todavía. Las agujas de tejer no faltaban en ninguna casa ni los ovillos de lana  y era frecuente salirse al sol por las tardes a las puertas de las casas a tejer, zurcir y charlar.



                                Mujeres zurciendo y cosiendo.Imagen tomada del blog 
                                            COSAS DE PINAREJO
  
Una vez a la semana  la mujer debía amasar. Madrugar, preparar la masa, dejarla fermentar, llevarla al  horno, hacer los panes, dejarlos reposar en los tableros y cuando le tocara el turno en el horno comunitario o  estuviese crecido el pan en los particulares meterlo al horno. Una vez enfriado  con los panes en el escriño camino a casa y a colocarlos en la artesa bien tapados con maseras para que permaneciesen tiernos una semana. Se hacían también hornazos, panes con tajadas de la orza, y tortas gazpacheras que eran muy finas y  de manteca. Las vísperas de fiestas importantes el trabajo se multiplicaba en el horno para hacer pan untao, mantecados, magdalenas y galletas. Estos productos se guardaban en el escriño o en  un orza cubiertos con las maseras, telas de lana, y así permanecían tiernos.
A medio día preparar la comida que habría cocido algunas horas junto a la lumbre Todos  comíamos en el mismo plato o en la misma sartén si se había hecho la comida en ella  dispuestos en  corro alrededor de la mesa o de la sartén .El hecho de depositar la comida  en  el plato una vez cocinada  se llamaba “ escullar”. En épocas de faenas intensas en el campo como la siega o la trilla se llevaba el almuerzo o la comida a los lugares donde se estaba trabajando previa preparación del ama  de casa, a veces con  más de una hora de camino. Otras veces e cocinaba en estos lugares llevándose los ingredientes y la sartén o la olla. Más de una vez lo hizo  mi madre en la siega. En la trilla se llevaba el almuerzo a la era.

 Mi hija Sara y yo con mi  madre .
Nuestras mujeres siempre han ayudado en las  tareas del campo y algunas en el pastoreo. Cuando salían de la escuela en el  mes de mayo a algunas las enviaban a cuidar de algún cordero  en los pastos frescos  alrededor del lugar de residencia, a otras a coger un cesto de cardos o de ababoles pero su trabajo era  fundamental. Mi madre ayudaba en los trabajos de la vega, en la siega y en  la  trilla, en la siega del espliego, en cuidar animales: corderos y ovejas, gallinas y conejos y en la recogida de los frutos de la vega  hortalizas, cereales, alfalfa y frutas .Y además como todas las  mujeres debía llevar adelante su casa con muchas tareas diarias. Y todavía  le quedaba tiempo para poner inyecciones a determinadas familias que la reclamaban, atender a  algunas  parturientas  cuando era solicitada  y cerrarles los ojos a los difuntos o amortajarlos. Y ya jubilada se encargó de tocar a misa varios años, rezar  el rosario los  tres días que se hacía después de morir alguien. Fue teniente de alcalde en el ayuntamiento de Salvacañete  en la legislatura 1999 -2003 con setenta y cuatro años y con el actual alcalde Vicente Giménez Garrido y presidente de la Asociación de Jubilados y pensionistas  del pueblo durante doce años. Una vida  intensa de mujer del mundo rural entregada a su familia, a sus vecinos y a su pueblo al igual que lo hizo mi padre.


En el Hogar del  Juibilado  de Salvacañete Bienvenida Marín,2ª por detrás y la derecha con  Victor Martinez , Saturnina Muñoz,Loretpo Murciano y su esposa, Natividad Escamilla,Isabel  Montesinos,Isabel Lozano Martínez y Flora Alcalá. e Inocenccia.Año1999.Foto archivo del autor.

Otro de los trabajos de la mujer en el mundo rural era la de organizar el matagorrino, cocinar ese día, controlar la elaboración artesana de embutidos según la costumbre de la familia y posteriormente controlar su secado, el de los jamones  y de los demás productos del cerdo y “hacer el frito” para guardar en aceite lo embutidos  y las costillas, lomos y cortezas.-
La elaboración de conservar caseras también era labor de la mujer aunque le ayudasen otros miembros de la familia como el marido y  los hijos. Tomates, judías verdes, pepinos, cerezas, tomates, patacas, zanahorias y ciruelas en vinagre o aguasal y carnes de pollo y pavo   y sardinas  en escabeche.
¡Cuánto tenemos que agradecer a nuestras madres, abuelas y generaciones anteriores del mundo rural  trabajadoras incansables y transmisoras de una cultura que no está en los libros!



Bienvenida Marín  Marín con  mi amiga Rosa Yuste,hija de mi buen amigo Angel Yuste Cañas en septiembre de 2015 en casa en las fiestas de septiembre .Foto .M.Lopez Marín.


         Sendas fotografías de la presencia de mi madre  Bienvenida Marín Marín en la presentación en Salvacañete de mi último libro el 13 de agosto de 2016.Fotografías .Amadeo Muñoz García.





Mi padre Mariano López Marín en el Hogar del Jubilado de Salvacañete con sus amigos Crescencio Sánchez, Daniel Martínez López, Benito Marín Catelblanque y Mariano García.Año 1999.Foto archivo del  autor.
Bienvenida Marín Marín en el centro de la imagen junto a Mari Carmen Aspas e Irene Marín Valero rondando por la calle en las fiestas de 1980.


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