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Hoy quiero dedicar esta entrada a  mi madre ,Bienvenida Marín Marín, l a tía Bienvenida como la llamaban cariñosamente  en nuestro pueblo ...

martes, 9 de mayo de 2017

CONFERENCIA ASPECTOS ETNOLOGICOS Y COSTUMBRISTAS DE LAS RELACIONES ENTRE SALVACAÑETE Y VALLANCA A TRAVES DE LOS DULZAINEROS.


Mariano López Marín

El día 6 de mayo  en VALLANCA participé como conferenciante en el primer encuentro de Pita y Caja.Un gran día lleno de cultura y de familiaridad.La plaza de VALLANCA,su salón de cultura,sus calles y sus antiguas escuelas fueron el centro de todas las actividades organizadas con motivo de este I ENCUENTRO DE PITA CAJA.Cuatro grupos llegaron a la localidad para llenar con las notas musicales de la dulzaina y el tambor la plaza y las calles de la localidd  en un día memorable para esta villa lleno de música popular,de aspectos etnológicos y de cultura.
Este encuentro fue propuesto a la alcaldesa de Vallanca Ruht Sánchez Ferriz por la pitera de Negrón,una aldea de Vallanca, y enseguida se puso manos a la obra para organizarlo junto con su ayuntamiento y la colaboración de la Cofradia  Virgen de Santerón, Roseras de Vallanca ,ICERA de Ademuz y Diputación  de Valencia.

A las once de la mañana  la alcaldesa Rhut Sa´nchez Ferriz dio la bienvenida a todos los grupos participantes , agradeció la colaboración de todos para que este fuese una realidad  y recordó a los antiguos dulzaineros de Vallanca que amenizaban  procesiones ,misas y verbenas por el Rincón de Ademuz y tierras próxinas de la Serranía de Cuenca como Salvacañete ,Moya y otros lugares.
A continuación , en el salón de actos municipal tuvieron lugar las dos conferencia programadas.En primer  lugar  habló D. Fermin Pardo,folklorista reconocido, Cronista oficial  Oficial de Requena y Presidente del Centro de Estudios Requenenses  que disertó sobre el " Folklore de Vallanca y su proceso de recuperación y grabación" con muchas referencias a las personas  que lo conservaron y las características de este folklore. Posteriormente Mariano Lopez Marín hablo sobre " Aspectos etnológicos y cosntumbristas de las relaciones entre Salvacañete y Vallanca a  través  de los dulzaineros".Ambas conferencias fueron muy aplaudidas.

Despues en la plaza se presentaron los 5 grupos participantes en este I ENCUENTRO DE PITA Y CAJA ,hicieron una  ronda por la localidad  y  actuaron después.A las tres nos juntabamos a comer todos y a convivir en lo que fueron las antiguas escuelas. A las 5 de la tarde se reanudaron las actuaciones en la plaza.Música de dulzaina y tambor para llenar de melodías,de cultura y de etnologia todo un pueblo.Mi mas cordial enhorabuena al  ayuntamiento de Vallanca y a todos los que colaboraron para sacar adelante esta iniciativa. Un dia  extraordinario compartido con las buenas gentes de Vallanca,con mis familiares residentes allí y con muchos amigos .

Comparto con todos mi conferencia para que los que no pudieron asistir puedan conocerla.Es cultura de dos pueblos y de una zona de frontera  con intensas relaciones de todo tipo desde hace siglos.

                                     El momento de mi conferencia acomnpaañdo del moderador  álvaroSa´nchez Ferriz y del otro conferenciante  D. Fermin Pardo Cronista Oficial de Requena.Foto Raul Eslava
                           Trìptico de este I Encuentro de Pita y Caja con todas las activades programadas  y los colaboradores.
Reportaje fotográficoo del encuentro:Fotos de Raul Eslava ,Alvaro Sánchez y Alejo Villanueva 


Los grupos participantes desfilando por Vallanca

Intervención de la alcaldesa de Vallanca en el momento de la inauguaración del encuentro


Ruth Sanchez Ferriz,alcaldesa de Vallanca, con los conferenciantes.  
Dos actuaciones de dos grupos participantes en el  encuentro.



Comiendo  todos juntos en el antiguo local de las escuelas de Vallanca.

Buenos días  alcaldesa de Vallanca, amiga Ruth, corporación municipal, Cofradía Virgen de Santerón, amigos todos. Es para mí un inmenso honor estar esta mañana en Vallanca   en este acto cultural  y esta jornada de pita y caja. Cuando vuestra joven alcaldesa me  propuso participar  en este evento no dudé ni un momento por el gran aprecio que tengo al pueblo de Vallanca donde tengo varios familiares por parte de mi padre y de mi madre y por las intensas relaciones  que  Salvacañete ha tenido y sigue teniendo  con Vallanca, localidad  con la que compartimos  no solo mojonera  sino vivencias diversas y mucha convivencia entre ambos pueblos a lo largo de los siglos.
De todo ello  voy a hablar aquí hoy como una colaboración cultural para este importante acontecimiento  que tiene lugar hoy. Permitidme, que además de a todos los vallanqueros y salvacañeteros habitantes actuales de nuestros respectivos pueblos y a todos los que ya nos dejaron, dedique esta conferencia a mis familiares y amigos de Vallanca, a los tíos Herminia y José, los primos José Miguel y Rubén y su respectivas familias, a los familiares de Isidra Marín Adalid  y Bernabé Bonacho,  el primo Enrique, su esposa Felicidad y sus hijos y  a la  gran familia Adalid descendientes de Florentino Adalid y Mercenaria Castelblanque  antiguos molineros del Molino de  Abajo de Salvacañete  y de los que alguno de sus 13 hijos  vivos  se estableció en Vallanca dando lugar a una gran saga de Adalices, con raíces en la aldea de Negrón según me contaba  Néstor Adalid , nieto de Florentino y Mercenaria, molinero también en dicho Molino de Abajo, alcalde  de  Salvacañete muchos años ,íntimo amigo y recientemente fallecido.
Vallanca y Salvacañete han estado y siguen estando relacionados  desde hace siglos no solo  por compartir mojonera, cuyo último deslinde se realiza a finales del siglo XIX, sino   también por relaciones  etnológicas, culturales y económicas  como zonas de frontera  que fueron ambas villas.
Como curiosidad las aguas de la vertiente este de Salvacañete van a parar al río Boigues desde el Barranco de la Boquilla a donde llegan de parajes tan singulares y tan relacionados con Vallanca como La Jarilla, Los Barrancos, La Casa del Mojón, La Solana  de Las Cuevas, la propia Boquilla, La Tejería, el Acebillo y Tórmeda.  Aguas  que llegarán al Turia en Ademuz a través de este corto pero espectacular río Boigues con una hoz que es una auténtica maravilla de la naturaleza  y que he recorrido muchas veces .Un rio que siempre ha significado riqueza y belleza para Vallanca y que discurre a sus pies moldeando el paisaje.

El aspecto religioso y festivo   ha servido para  relacionar a las tierras del Rincón de Ademuz y en particular a Vallanca con Salvacañete y viceversa.
En la fiesta de San Antonio, patrón de Salvacañete, el 13 de junio nunca faltaban cuando yo era niño, finales de los años 1950 y principios de 1960 los dulzaineros de Vallanca para amenizar la misa  y la procesión tanto por el pueblo como por la tarde cuando bajaban al santo a la ermita  y se subían a la Virgen de Valdeoña. Agapito Ferriz Perea y José Ferriz “tio Piches”, como así se llamaban estos  dulzaineros, ambientaron muchos años  esta procesión y algunos más la de las fiestas de septiembre  cuando el día 8 bajaban  a la Virgen de Valdeoña y se subían a San Antonio. La plaza  y las calles de Salvacañete y el camino de la Vega que conduce hasta la ermita de  nuestra patrona se llenaban de los  acordes de la dulzaina y el tabalet, pita  y caja hoy , con la interpretación magistral de los vallanqueros Ferriz que eran como uno más de la familia en Salvacañete cuando llegaban estas fiestas. Siempre eran invitados a comer en alguna casa .Recuerdo sus compases en la iglesia, en la plaza y por las calles de la procesión y sobre todo en la bajada a la ermita y posterior subida  cuando pasábamos por la carretera de Cuenca a Teruel toda llena de chopos y frutales  en sus márgenes  o por el puente del Ventorro  donde se confundían el rumor del agua del Cabriel con los sonidos de la dulzaina  y el tabalet. En  la fiesta de Santerón también estaban estos  dulzaineros de Vallanca impresionando su sonido en medio de la pradera de la ermita y los pinares de alrededor entre el alegre bullicio de la fiesta protagonizada por  gentes de esta zona de frontera entre Castilla, Aragón y Valencia.

Agapito Ferriz Perea y José Ferriz “tio Piches” los dulzaineros de Vallanca.

La fiesta de Santerón, antiguamente celebrada el lunes de Pentecostés y en la actualidad el sábado anterior a dicho lunes congrega y congregaba a gentes de Vallanca y de Ademuz  que compartían  fiesta y mantel con otras de Algarra, El Cubillo, Alcalá de la Vega y Salvacañete con sus aldeas, especialmente Casas Nuevas y los caseríos cercanos de La Boquilla, Tórmeda y La Casa del Mojón. Desde la aparición de la Virgen de Santerón en el siglo XIII hay en Salvacañete mucha devoción  hacia ella y  su fiesta anual era un momento de gran regocijo para nuestras gentes que acudían a la grupa de sus caballerías[1] al lugar de Santerón donde compartían y comparten con gentes de  Vallanca o de Ademuz y con sus vecinos  de las Tierras de Moya, pueblos de Algarra, Garcimolina, El Cubillo y Alcalá de la Vega. Mis padres me llevaron por primera vez a esta fiesta de Santerón con tan solo dos  años, en el año 1955, metido en los cujones del serón, según me comentaron ellos. A Santerón íbamos en caballerías y era costumbre  que los “mayos “fuesen con las “mayas” en la misma montura .El chico ponía la caballería y la  chica la merienda. A la hora de comer  cada pueblo tenía asignado un cerrito o zona Despues de un día intenso de fiesta y de convivencia entre gentes de pueblos diversos en la ermita de Santerón y sus aledaños  vuelta a Salvacañete. A la entrada del pueblo , cuando yo era chico ,había carreras de grupas haber quien llegaba primero al pueblo y despues estas carreras se hacían entre los dos bares que había en las proximidades de la plaza, el bar del tio Julián Valero  en la entrada y el bar del tio Elías Ibáñez en el otro, junto al  ayuntamiento. En estos bares les obsequiaban con refrescos.

                                    Imágenes antiguas de la Fiesta de Santerón.

 Otro momento  de intercambio cultural  entre Salvacañete y el Rincón de Ademuz, y en particular  con Vallanca  ha sido el Septenario del traslado de la Virgen de Santerón a Vallanca. Cada siete años los de Salvacañete, junto con muchas personas de las antiguas Tierras de Moya, acuden prestos a recibir a la Virgen de Santerón a Vallanca. La carretera de Negrón, el camino de bajada y los alrededores de la Fuente de la Teja en Vallanca se convierten en lugares de encuentro y de amistad. La entrada a la iglesia de Vallanca es especial cada 16 de septiembre  en   tiempos de Septenario, el próximo  a celebrar en 2019. Estas fiestas de septiembre cada siete años, conocidas como “las fiestas gordas de Vallanca” han contado siempre con gran participación de gentes de Salvacañete y sobre todo de sus aldeas fronterizas con el Rincón de Ademuz, Casas Nuevas y la Hoya del Peral. ¡En cuántos  Septenarios de la Virgen de  Santerón habrán participado   estas aldeas  y el propio Salvacañete!  Antiguamente, en los años mozos de mis padres, década de los años 1940 y posteriores se bajaba a Vallanca  andando. Regresaban cuando acababa el baile y muchas veces debían  ir a trabajar habiendo dormido muy poco porque eran varias horas de camino desde Vallanca hasta Casas Nuevas o La Hoya del Peral.

                   Septenario de la Virgen de Santerón 2012

Si  nos remontamos a tiempos más recientes, el siglo XX, Vallanca  y Salvacañete han  compartido y siguen compartiendo  muchas cosas. En  las fiestas de Salvacañete, 3 de mayo Día de la Cruz, 13 de Junio San Antonio, domingo siguiente a San Antonio fiesta de San Antoniete  en la parroquia del Masegar, fiestas del Corpus o en las de Septiembre en honor de la Virgen  de Valdeoña, nunca han faltado los turroneros de Vallanca o de Ademuz. Recuerdo de niño, con 7 u  8 años, a final de la década de los años 1950 y principios de los sesenta ver  junto a la plaza, en la puerta de la posada del Tío Valeriano Pérez,  en la actualidad de sus nietos Cruz  y Felisa Sanz Pérez, a varios turroneros. Venían la Tía  Adela  casada con Millán el de Teruel, la Tía Constantina de Vallanca parienta de mis padres y Pepe de Ademuz. Tenían su puesto los días  que duraba la fiesta, 4  en el Corpus y 4 ó  5 en septiembre para el día  8. Con sus arquillas llenas de alajú  y turrones de Vallanca, mazapán, turrón de guirlache, chupos y petardos. Éstos últimos eran la delicia de los más pequeños. Los turroneros emprendían su ruta en caballerías desde Ademuz y Vallanca recorriendo  todos los pueblos limítrofes Salvacañete, Salinas del Manzano, Tejadillos, Zafrilla,  El Cubillo,  Alcalá de la Vega, Algarra, Garcimolina, Santo Domingo de Moya, Landete y Talayuelas. Cada turronero tenía y tiene sus pueblos  de venta. Coincidían todos en Garaballa, el 8 de septiembre, día de la  Virgen de Tejeda porque allí había y hay mercado para todos.  Esa imagen de los turroneros  la contemplamos actualmente en Salvacañete en septiembre, para San Antonio y para el día de la Cruz. En septiembre vienen todos los años, fieles a su cita, Fermín y su esposa Pilar, ambos de Ademuz y con muchos amigos en Salvacañete. Elabora un alajú especial, tanto el normal como el de nueces. Otros turroneros famosos fueron Los Pitoches de Ademuz. También eran carniceros y compraban su género en Salvacañete y otros pueblos. En  Vallanca  hay descendientes de una familia  con orígenes en Salvacañete y que fueron también turroneros  Elena Adalid Castelblanque y Vicente Millán. La Tía Elena era de Salvacañete, familia de mi abuela materna Isabel Marín Adalid e hija de Mercenaria Castelblanque y Florentino Adalid, los molineros del Molino de Abajo de Salvacañete, padres de 17 hijos, aunque todos no vivieron.  Vicente y Elena tuvieron  5 hijos  Constanza, Auria, Castor, Quico y Evaristo. Constanza y Evaristo fueron también turroneros y recuerdo verlos por Salvacañete ya mayores, ella con su esposo Paco Cadenas  y Evaristo con su esposa Adela. Vinieron a Salvacañete muchos años. Paco Y Constanza, dueños del rento de Tóveda, en la actualidad explotado por Miguel esposo de su nieta María, compañeros y amigos. La Tía Constanza y el Tío Paco tuvieron dos hijos, Vicente y Victoriano. Victoriano y su esposa María también fueron turroneros y hace años también lo fue  una de sus hijas, María. Todos ellos venían por Salvacañete en distintas fiestas.

                Distintas  imágenes de la fiesta de Santerón .Gentileza de D. Alfredo 
Sánchez Garzón.Muchas gracias.


Mis recuerdos de Vallanca son variopintos. Además de todos los mencionados vienen a mi memoria los encuentros de futbol entre jóvenes de ambos pueblos que se llevaban a cabo en los años 1960. Jugaban los hermanos Aspas de Salvacañete, los mellizos Bienvenido y Urbe, este último padre de dos grandes jugadores de futbol y lo hacían en el campo de la Dehesa  en Salvacañete  con nutrida representación de ambos pueblos .Un hermano  de estos Aspas, Ángel Aspas, estuvo de secretario del ayuntamiento en Vallanca. El septenario de la Virgen de Santerón o “fiestas gordas de Vallanca” también me traen gratos  recuerdos. Estuve por primera vez el año 1977 con mis padres que me habían hablado mucho del mismo. Quedé  impresionado del espectáculo de la Virgen de Santerón llegando a Vallanca  en las proximidades del Merendero de la Teja el 16 de septiembre  en tarde apacible y  la devoción de un pueblo y una comarca que se vuelca con esta imagen. Y por supuesto  con la gran cantidad de actividades festivas que se organizan con tal motivo  que bien ganado tienen el título de fiesta de interés turístico concedida por la Consellería de Cultura de la Generalitat Valenciana. A  Vallanca iban los de Salvacañete a por vino  sobre todo en época de esquileo, siega, trilla, etc. Lo traían en pellejos o en garrafas. .Entonces había bastante viñas en Vallanca .Recuerdo en  una de las estancias en casa de mis tíos José Sánchez y Herminia López Marín, ir a una bodega familiar, el famoso “cubo”, con Luciano Sánchez hermano de mi tío José, mi padre y mi  tio Miguel a tomar un vino sacado directamente del  tonel y acompañado de una sardina salada o unos  tacos de jamón

Los colmeneros de Salvacañete también han tenido mucha relación con el Rincón de Ademuz pues a veces dejaban sus colmenas en  lugares de esta comarca. Y los colmeneros del Rincón dejaban las suyas en el término de Salvacañete en verano, cuando era abundante la flor de espliego  Mucha de la miel que se recolectaba en  Salvacañete iba a parar a los  antiguos turroneros vallanqueros y ademuceros para elaborar guirlache, alajú y otras variedades. El abuelo Jesús en la Boquilla tenía mucha relación con antiguos colmeneros del Rincón de Ademuz que dejaban sus colmenas en  lugares próximos a este caserío.  De colmenas y colmeneros he recibido cumplida información de  varias personas de Salvacañete, algunas familiares míos que explotaron este recurso, un complemento más para la economía de las gentes de esta zona.

Los tratantes de caballerías de  Vallanca y de Ademuz y de otras zonas próximas venían por Salvacañete y sus aldeas varias veces al año con sus reatas de mulas y machos, muletos, yeguas y algún borrico. Evaristo el de Vallanca y sus hijos, Pepe Camañas de Ademuz  y otros tratantes se alojaban en la posada del Tío Valeriano Pérez, junto a la plaza de Salvacañete y al lado de la herrería de León Solera, que esos días  tenía más faena. Durante  algunos días estaban en Salvacañete y sus aldeas comprando y vendiendo caballerías. En  Noviembre y Marzo era tiempo de ferias en Ademuz y allí acudían las gentes de Salvacañete lo mismo que en San Miguel  iban a la feria de Landete. Alboroques, compras y ventas, fiesta y convivencia y sobre todo intercambio de cultura entre  esta zona castellana y el Rincón de Ademuz en tierras valencianas. Sobre estos tratantes de caballerías que venían a Salvacañete incluí en un poema dedicado a los herreros de Salvacañete estos versos:
Al lado mismo de la fragua
los tratantes llegan
con reatas de caballerías
que de Ademuz, Vallanca o Landete llegan
Evaristo el de Vallanca
Peteque o Pepe Camañas, gentes buenas
tratantes de caballerías
visitantes de esta tierra
ocupantes de viejas posadas
la del tío Valeriano por más señas
o la de Juan Valero
ambas muy cerca.
Algunas de las caballerías
a herrar se llevan
hay que llevarlas muy bien
para que tengan presencia
y permitan un buen trato
y tengan  buena venta.
En conversaciones de la  fragua
se oyen conversaciones como esta
¡que bueno es este macho!,
¡que yegua más buena ¡
¡que romo más fuerte”
¡que yeguato con más fuerza!
Eran otros tiempos,
las caballerías eran la fuerza
para trabajar en el campo
y cargar de alguna manera
haces de mies segada
o productos de la Vega,
tener carros diversos,
o transportar madera,
trillar la parva
o binar la tierra.

        El intercambio de trabajadores entre El Rincón de Ademuz y Salvacañete ha sido y es intenso.  Mi padre ha esquilado ovejas  durante veintitantos años  en todo el Rincón, desde Castielfabib hasta Torrebaja, Casa Bajas, Ademuz y Vallanca. Albañiles diversos de Vallanca  como Luis   y otros y de Ademuz han trabajado y siguen trabajando en Salvacañete. Las relaciones comerciales entre Vallanca  y  Salvacañete y viceversa se han prolongado desde los siglos XIII y XIV hasta la actualidad... Y si analizamos las familias de Salvacañete ubicadas en  pueblos del Rincón de Ademuz, en casi todos encontramos alguna. Vallanca tiene también algunas familias con orígenes en Salvacañete como la familia  Adalid, la de Enrique Bonacho Marín en la que su madre Isidra Marín era de  Salvacañete. Muchos años tuvieron tierras y casa en la aldea de Casas Nuevas. A finales del siglo XIX, en 1878, José Adalid y María Eslava, vecinos de Vallanca,  tenían numerosas propiedades agrícolas en Salvacañete, casi todas en la aldea de Casas Nuevas, según consta en documentación municipal sacada del archivo histórico de Cuenca. Herminia López Marín, mi tía, también reside en Vallanca. Está casada con José Sánchez. Recuerdo  cuando íbamos a moler al Molino de la Fábrica de Salvacañete en los años  1960 que había un matrimonio de molineros que eran de Vallanca. Se llamaban Manuel Villaescusa y Enriqueta Mañas. Estuvieron varios años de molineros hasta que el molino fue comprado por Pedro Jiménez Vizcarra del rento  de Masegarejo y se quedó de molinero mi  tio Felix López Marín, casado con Emiliana Jiménez Soriano, hija del tio Pedro hasta que cerraron el molino en la década de los años 1970.Vallanca  tiene tradición molinera  y a finales del siglo XIX, año 1885, aparecen dos hermanos vallanqueros, Vicente y Juan Rives Chafé, como dueños del Molino de Rives  en Enguídanos, situado muy cerca del pueblo. Eran molineros de profesión y técnicos en montaje de molinos. A los molineros del  Cabriel dedique un poema  del que os recito un pequeño fragmento.
A vosotros grandes amigos
los esforzados molineros
de los molinos del Cabriel
de este Salvacañete nuestro
quiero rendir homenaje
por vuestra entrega y denuedo
a esta profesión hermosa
hoy olvidada casi por completo
molineros del Cabriel
esforzados molineros
entre el murmullo del agua
y los caces señeros
junto a hermosas riberas
trabajadores de otros tiempos
con los que he compartido
vivencias y recuerdos
de sus viejos molinos
esos molinos señeros
a los que os dedicasteis
con entrega y con esfuerzo

Para la siega, durante la segunda mitad de julio y primeros de agosto,  numerosas cuadrillas de segadores de Vallanca y de otros pueblos del Rincón  acudían a segar a la Hoya del Peral, Casas Nuevas y otras aldeas salvacañeteras.  En  la Hoya del Peral segaban para los Joaquinos, Mariano Marín y sus hermanos, dos de los cuales han vivido en Ademuz, José y Cecilio Marín. Los de Salvacañete iban a segar  en la década de los años 1910 a 1940 a tierras aragonesas y de ese intercambio han quedado en nuestro folklore[2] muchas canciones de siega con tema aragonés. Castellanos y valencianos hemos convivido en esta zona con aragoneses. La Cruz de los Tres Reinos es un ejemplo de unión entre  tres comunidades y símbolo de antiguas concordias entre Castilla, Aragón y Valencia[3]. Recuerdo el duro  trabajo de los segadores en otro poema “Tiempo de siega y trilla” escrito hace años.

Madrugan los segadores
para llegar a la faena
con sus machos preparados
y sus hoces entre telas,
zahones blancos y fuertes
a los que acompañan las zoquetas.
Por los caminos del pueblo
 y  por calles y sendas de las aldeas
van llegando todos al tajo
recorriendo viejas sendas
testigos de muchos años
de ir y venir por estas tierras,
viejos caminos de herradura
que los machos pisotean
acarreando las mieses
por el calor ya resecas.

Ha comenzado el trabajo
las corbellas resuenan
cuando cortan las mieses
llevadas por manos  expertas
que cada momento e instante
los manojos rodean
protegiendo de cortes
con esas famosas zoquetas
que con madera muy fuerte
están muy bien hechas.

Tras los segadores y segadoras
quedan gavillas perfectas,
el rastrojo y los tajos limpios
y la mies cortada y seca,
sea trigo o cebada
centeno o la seca avena.

Hay un bullir de personas
por todas las extensas tierras
donde está la añada
y las mieses se siembran.
A lo largo del día
se oyen canciones de siega,
viejas canciones serranas
que ayudan a la faena
canciones tradicionales
aprendidas  muy  de veras
cuando iban a segar
a aragonesas tierras
transmitidas de padres a hijos
conservadas  con delicadeza.


A la inversa los de Salvacañete bajaban a Ademuz a sus afamadas ferias de ganado en San José y para Noviembre. Según me informaba hace años el  salvacañetero Benito Marín, amigo de mi padre y que estuvo muchos años de mozo en Ademuz, la explanada donde ahora está el hotel Casa Domingo antes de construirlo se llenaba de reatas de caballerías  y de tratantes afamados, algunos a los que todavía he conocido, Pepe Camañas  de Ademuz, Evaristo el de Vallanca, los Pitoches y otros. Hasta 10 tratantes había en Ademuz y Vallanca. Eran  días de feria, de convivencia, de trato y de alboroque. No solo se vendían y compraban caballerías sino también las ferias de Ademuz era momento para  comprar atalajes en los  guarnicioneros, tejidos y otros productos sin olvidar algún dulce, los famosos chupones y el alajú en el  que los turroneros de Vallanca y Ademuz han sido consumados expertos. Mi padre ha estado muchas veces en la feria de Ademuz vendiendo las crías de  una yegua  percherona que  teníamos. Además debía bajar también a la parada de la remonta  que había en Ademuz a “echar la yegua” al  caballo o al burro para que se cubriese. Todavía recuerdo una vez  en la década de los años 1970 que me tocó a mí bajar a Ademuz a la parada. Hice el camino con  un ademucero que había venido a vender fruta. A la vuelta se llevaba lechones para engordar.  Nos desplazamos  a través del camino del Cabezo de Vallanca y por la carretera que une Vallanca y Ademuz. Era el mes de julio y nunca he pasado tanto calor como en el recorrido de Vallanca hasta  Ademuz por encima de la hoz del río Buhigues. Gracias que  el brigada  y los soldados de la parada me atendieron amablemente. Por la  tarde a deshacer el camino hecho de mañana y parada obligada en casa de  mis tíos José Sánchez y Herminia López en Vallanca para reponer fuerzas. ¡Cuántas veces habrán hecho ese camino vallanqueros y ademuceros cargados con mercancías y salvacañeteros  que bajaban a Vallanca y Ademuz a por vino, a sus ferias  o por otros productos!
Los caminos desde Ademuz o Vallanca hasta Salvacañete, sus aldeas y  otros pueblos limítrofes de la Serranía de Cuenca en los años 1920 a 1970 se llenaban de gentes que comerciaban entre unos pueblos y  otros. De Ademuz y Vallanca  se traían frutas diversas y vino o se bajaba a comprar a Ademuz muebles y tejidos. A la inversa desde Salvacañete y sus aldeas  se llevaban a Ademuz y Vallanca paja, trigo, gorrinos pequeños para engordar, corderos engordados, ovejas, etc. Me contó en Vallanca el mismo día de la conferencia su propia hija  como su madre, Josefina Collado, subía a Salvacañete con cierta frecuencia  a rizarles el pelo y peinar a mujeres de las aldeas de Hoya del Peral, La Nogueruela y otras e incluso llegaba hasta el Collado de la Grulla. Esa misma persona, cuando había visita del Sr. Obispo a Salvacañete, unos días antes les enseñaba a cantar   canciones religiosas a las gentes de nuestro pueblo. ¡Qué gran labor!


Aldea de la Hoya del Peral.Salvacañete.Fotografía de Toni Virtudes Segarra . Gracias
Desde Ademuz y Vallanca había un trajín caminero hacia Salvacañete y sus aldeas y hacia otros pueblos limítrofes con Salvacañete como Zafrilla y Tejadillos. Por el Cabezo de Vallanca, por Los Santos y La Casa Molina  o por Tóveda llegaban hasta la Casa del Mojón lugar salvacañetero muy ligado a pactos y concordias entre los reyes castellanos, aragoneses y valencianos  en los siglos XIII, XIV y XV[4]. Allí siempre eran bien recibidos los arrieros, los turroneros o los tratantes de caballerías  por la Tía Conrada, su marido y su hijo Tomás Rubio.  La Tía Conrada era una mujer muy hospitalaria con todo el que llegaba o iba de paso hacia el Rincón  de Ademuz o hacia Teruel y así lo reconoce el  escritor de Torrebaja Ricardo Fombuena en su obra  “Pinceladas por la Sierra de Albarracín”[5]. En ella hace una descripción muy exacta de este lugar, de la antigua casa y de la “Cruz de los tres Reinos”, en la aldea de la Hoya del Peral.  Era y es lugar de paso obligado, a través de la nacional 420, Córdoba-Tarragona, hacia Aragón, El Rincón de Ademuz y Cuenca. .” Allí la tía Conrada  daba posada al viajero y comida al que no la conocía....................... y el boato de regias comitivas, ansiosas de pactos y tratados, entre los resuellos de caballeros y cabalgadura, hoy mucho más lejano en el recuerdo que las ruinas de la “Casa del Mojón”, borradas retóricamente sobre espacios vacíos.”.

Al fondo ruinas de la Casa del Mojón.(Salvacañete) M.L.M.

Un poco más delante de la Casa del Mojón en dirección a Salvacañete los arrieros  y los caminantes encontraban  el caserío de La Boquilla donde el abuelo Jesús y la abuela Isabel junto a sus siete hijos recibían a los  viajeros  y nunca faltaba la charla amena o el chascarrillo.

    Ruinas del caserío de la Boquilla (Salvacañete).Foto Mariano López  Marín 

Mi abuelo materno vivía en el caserío de la Boquilla, junto a la carretera nacional 420, cerca de la aldea salvacañetera de Casas Nuevas. Su casa era parada obligada de los arrieros[6] que venían de Ademuz y Vallanca con frutas diversas; uvas, manzanas, peras, con vino y con vinagre. Vendían por Salvacañete y sus aldeas Hoya del Peral, Casas Nuevas, La Casa del Mojón, Los Cortijos  La Nogueruela, Torrefuerte, El Valle Carmona  el Portillo y otras. Hacían la ruta de los pueblos de la Serranía Baja de Cuenca. Pasaban  por Salvacañete, primer lugar en tierras castellanas, continuaban por Salinas del    Manzano, Tejadillos, Zafrilla, Cañete, Boniches,  Pajaroncillo y Carboneras de Guadazaón. Por el Sur iban hacia El Cubillo, Alcalá de la Vega Campillos de Paravientos, Fuentelespino de Moya, Santo Domingo de Moya y sus aledaños como Pedro Izquierdo, Los Huertos y el Arrabal, Landete importante centro comercial  como Ademuz y Talayuelas. Los arrieros siempre llevaban dos machos y un burro para tirar de su carro de varas cargado con  peras santiagueras, manzanas, uvas, vinagre y vino. Cada época un producto o productos del Rincón cultivados unos y otros elaborados con mucho esmero. Venían por Tóveda  y Barranco de  Valencia para adentrarse en Salvacañete y en Castilla por la Casa del Mojón. Para los de Vallanca  y Ademuz, los de Salvacañete éramos y somos” los de Castilla”. Estos arrieros se alojaban en las posadas de cada pueblo. En Salvacañete en casa de Valeriano Pérez o de Juan Valero, ambas  junto a la plaza para facilitar las ventas. A veces se alojaban en casa de Hipólita y  Jesús Yuste, junto a la carretera Nacional 420, en la entrada de la carretera de acceso al pueblo y lugar  de alojamiento de  arrieros,  tratantes de caballerías  y de parada de la línea Cuenca Teruel  en las décadas de los años 1950 hasta la actualidad. Hoy ya no podemos contemplar esa posada pues ha sido recientemente derribada. En Casas Nuevas paraban en la posada de Cándido Marín, tío de mis padres. ¡Cuántos amigos hizo el abuelo en Vallanca y Ademuz! Además la abuela Isabel tenía numerosos familiares en Vallanca. Su hermana Isidra Marín Adalid fue alcaldesa de Vallanca  y un hijo suyo y su familia viven todavía allí. El otro, falleció hace años.

         Aldea de Casas Nuevas (Salvacañete ) años 1960.Debajo una foto actual.



La explotación maderera de los bosques de Salvacañete tanto los de pinos, como los bosques de ribera de chopos y los nogales repartidos por todo el término también unió a Vallanca y todo el rincón de Ademuz con Salvacañete. En el siglo XVIII existía una ruta carretera que desde Salinas del Manzano, Alcalá de la Vega, Salvacañete y algunos pueblos de Teruel próximos a él  unía Salvacañete con Ademuz a través de la Casa Del Mojón y Las Tóvedas para llegar al  aguadero de Ademuz, junto al Turia, para dejar allí los troncos y transportarlos por el río hasta la ciudad de Valencia. Numerosos  documentos del Archivo del Reino de Valencia nos hablan de ello, tanto de los lugares de tala  como del transporte hasta Ademuz pasando por el término de Vallanca .No es de extrañar que en las cuadrillas de carreteros  hubiese gentes de Vallanca junto con las de Salvacañete y otros lugares próximos. En el transporte de madera por los ríos los gancheros del rincón de Ademuz  eran famosos junto con los de Chelva y Cofrentes. El transporte de maderas  a través del río  Cabriel también sirvió para estrechar las  relaciones entre el Rincón de Ademuz y Salvacañete y otros pueblos de las Tierras de Moya. Los gancheros del Rincón de Ademuz[7] junto con los de las comarcas de Chelva y Cofrentes  tenían fama merecida de expertos  conductores de maderadas. Se ganaron esa fama en el Turia, en el Júcar y en el Cabriel, ríos que conducían las maderas de esta parte de la Serranía de Cuenca y de la Sierra de Albarracín hasta Valencia en épocas del  Marquesado de Moya. Las condiciones de trabajo eran duras. Durante semanas y  meses, un grupo de hombres luchaban con las aguas de nuestros ríos, aguas a veces turbulentas, para transportar sobre ellas centenares de troncos de madera extraídos de los  montes serranos. La última maderada que bajó por el Cabriel   en el término de Salvacañete fue en 1941. Desembarcaban los troncos  en el Puente del Ventorro, en la nacional 420, muy cerca del pueblo  y desde allí los llevaban en carros madereros a Cuenca, a Carboneras o a Utiel. En Salvacañete hubo buenos carreteros. El tío Mariano Murciano fue  uno de los  últimos  gancheros que he conocido y él me contó infinidad de cosas de esta dura profesión y de que tuvo compañeros del Rincón de Ademuz. El nombre de gancheros[8] le viene por el instrumento de trabajo que utilizaban para conducir los  troncos  un palo largo de avellano, sabina o pino, de unos dos metros, y dos centímetros de  diámetro acabado en una punta lanceolada  de unas 4 pulgadas. Con la punta de este palo se empujaban o espoleaban los maderos y se refrenaban, si iban demasiado deprisa,  con una especie de gancho convexo que sale de la  hoja de la lanza en su cubo o base. El importe que cobraban por el transporte dependía del número de troncos y de la distancia  a la que hubiese que llevarlos. Cada conducción de maderas llevaba un número determinado de gancheros según la cantidad de piezas a desplazar. Cada maderada era una auténtica empresa  organizada en cuadrillas o campañas de 10 gancheros. Cada cuadrilla tiene su guisandero, el cuadrillero o jefe y el ranchero, que guardaba el hato y que solía ser un chico entre  seis y diez años. Por cada cinco cuadrillas se elegía un mayoral y éstos se distribuían según los accidentes del terreno. Siempre iba uno a la zaga y otro en vanguardia. Los propios mayorales tenían su capataz o superior que era el que más ganaba, unos 12 reales diarios frente a 10 los de vanguardia y retaguardia... Los cuadrilleros  cinco y cuatro los otros nueve compañeros.  Los rancheros 1 real. Además de los salarios recibían ración diaria, compuesta de tres libras de pan común y media azumbre de vino  para cada individuo, con doce onzas  de aceite y media libra de sal por cuadrilla. Para comunicarse entre ellos utilizaban una telegrafía convencional con signos que sólo ellos conocían.
Ya  en la segunda mitad del siglo XX gentes de Vallanca compraban maderas de chopo y nogal para industriales valencianos en nuestra zona. Evaristo el de Vallanca y sus hijos y Juan José Bonacho Marín eran algunos de estos compradores. Hasta fechas recientes  un hijo de Evaristo todavía compraba chopos en Salvacañete y adquirió parte de la casa del Ventorro, estando siempre presente en nuestras fiestas.
Y no podemos olvidar la explotación del azafrán en Vallanca y las mujeres de Salvacañete, especialmente de la Hoya del Peral, que bajaban de roseras a dicha villa, algunas de las cuales eran familia de mis padres y las llegue a conocer.


En el folklore y en el vocabulario hay muchas similitudes entre  Salvacañete y el Rincón de Ademuz en general y con Vallanca en particular  con clara influencia aragonesa en ambas, tanto en el  folklore como  en su vocabulario, notándose también la influencia  castellana en el Rincón de Ademuz. Distintas manifestaciones etnológicas de ambas zonas, como su folklore, sus fiestas, sus tradiciones, el gusto en ambas por la jota aragonesa o los dichos populares refleja similitudes aunque con peculiaridades en cada zona.

Quiero homenajear hoy
a estos hombres y a estas tierras
que han convivido durante siglos
por ser tierras de frontera
entre Castilla y Aragón,
entre Castilla y Valencia
tierras del Rincón de Ademuz
y de la provincia de Cuenca
Vallanca y Castielfabib
y las Veguillas de Sierra
que con Salvacañete lindan
y comparten mojonera
en ese lugar histórico
      Cruz de los Tres Reinos señera,
     lugar de pactos y concordias
     desde la Edad Media.

…… Tierras del Rincón de Ademuz
junto a la provincia de Cuenca
habéis compartido mucho


con Salvacañete y sus aldeas,
con el Marquesado de Moya
Tierras de Moya punteras,
con las tierras de Teruel
donde hace años os adscribieran
aunque fuisteis ante  todo
las primeras en Valencia
que el rey conquistara
 a los moros que aquí estuvieran.

Mis recuerdos variopintos
a vosotras me recuerdan,
a arrieros, tratantes y turroneros
a  comerciantes que por aquí llegan
venidos desde Ademuz
o de Vallanca, junto a la sierra
de Santerón tan famosa
que alberga hermosa dehesa
y esa Virgen milagrosa
que en Santerón apareciera
con devoción en todo  el Rincón
y en Vallanca la primera,
en Algarra, Garcimolina y Alcalá
y en Salvacañete y sus aldeas.
Lunes de Pentecostés
a la grupa llegan
romeros de estos lugares
a compartir sus vivencias
a festejar a la Virgen
protectora de estas tierras,
entre Aragón y Castilla,
entre Castilla y Valencia.
Hay animación festiva,
se baila en la dehesa,
conviviendo gentes
de procedencias diversas
del Rincón de Ademuz
 y de Moya y sus Tierras,
tradición inigualable
que todavía es duradera.
Cada siete años
la virgen peregrina por la sierra
en dirección a Vallanca
que su Septenario celebra,
en septiembre  con gran  gozo
del 16 al 26 con solera,
buen momento para compartir
la alegría de la fiesta
entre valencianos y castellanos
todos juntos en convivencia.

El camino del Cabezo
ha sido ruta caminera
de tratantes de caballerías
que con sus reatas llegan
a través de la Casa del Mojón
a Salvacañete y sus aldeas.
Las posadas de Salvacañete
tienen mucha faena
han llegado Pepe Camañas de Ademuz
y Evaristo  de Vallanca con sus yeguas,
con  machos, muletos y burros
todos para la venta.
Cada día recorrerán
lugares de especial transcendencia
haciendo tratos diversos
celebrando alboroques con paciencia.
También han pasado por el Cabezo
con sus banastos llenos de peras
de uvas  especiales
y de manzanas esperiegas
arrieros diversos de Ademuz
o de Vallanca señera.
Pararan en la Casa del Mojón
o en La Boquilla para más señas
donde el abuelo Jesús
los recibe con complacencia
son amigos entrañables
del Rincón que aquí llegan
para vender sus frutas
y el vino de sus tierras
en estos lugares fronteros,
Salvacañete y sus aldeas.
Por el Barranco de Castilla
y por el de las Nogueras,
llega un olor a turrón
 cuando  se acercan las fiestas,
son los turroneros de Vallanca y Ademuz
que  van a realizar sus ventas
a estas  tierras  de Castilla
tierras en la frontera.
Vienen a mi recuerdo
Millán y su esposa Adela,
la Tía Constanza y su hijo
y María su nuera
y en estos últimos años
Fermín y Pilar que se entregan
a la venta de turrón
con dedicación y presteza,
con amabilidad y con ganas
en nuestras entrañables fiestas
de la Virgen de Valdeoña
patrona de Salvacañete y sus  aldeas.

……………………….



Para termina mi intervención quiero agradecer a la alcaldesa de Vallanca el haberme invitado a este acto  y a todos ustedes su asistencia, esperando que mis palabras hayan sido de su agrado. He intentado poner mi grano de arena para resaltar las intensas relaciones  entre Vallanca  y Salvacañete  a lo largo de los siglos partiendo de la presencia de los dulzaineros de  Vallanca en Salvacañete en sus fiestas. Vallanca hoy se ha vestido de fiesta y de cultura con estas jornadas de pita y caja   que espero y esperamos se puedan repetir  en años sucesivos como cultura de un pueblo  que ha sabido conservarla  igual  que su música  tradicional de la que escucharemos a continuación unos fragmentos tanto de Vallanca  cono de Salvacañete. Es tiempo de mayos, tiempo de pita  y caja, tiempo de cultura tradicional que hay  que mantener y potenciar. Muchas gracias.


                                             Vista de Vallanca.

                     Vista de Salvacañete desde el LLanillo.Foto de Alfredo Montero Martínez



[1]. López Marín, MARIANO.: “Etnología y costumbres populares de Salvacañete”. Ediciones Rodeno y colaboración Excmo. Ayto. de Salvacañete .Cullera, 2016 “La fiesta de Santerón”.
[2] López Marín, MARIANO y Rondalla Virgen de Valdeoña. “Folklore de Salvacañete” Edic. Excmo. Ayto. de Salvacañete. Salvacañete. 2000
[3] Op cit. López Marín, MARIANO.- “Salvacañete: su historia y sus  gentes”. Ver “Salvacañete en la Edad Media” y Salvacañete en los siglos XV al XVII. Cap. II y III Págs. 59-195
[4] López Marín, MARIANO.- “Salvacañete: su historia y sus  gentes”. Edic. Excmo. Ayto. de Salvacañete. Gráficas Llogodí. Utiel. 2004.
[5] FOMBUENA, RICARDO: Pinceladas por la Sierra de Albarracín” VASSALLO DE MUMBERT Editor. Madrid. Págs. 14 y 16.  .” Ricardo Fombuena es un escritor de Torrebaja  e inicia en este libro su recorrido hacía Albarracín partiendo desde la Casa del Mojón hacia  Teruel, describiendo muy bien todos los lugares y pueblos a su paso.
[6] Las informaciones sobre los arrieros del Rincón de Ademuz son vivencias  personales y  muchos aspectos que me han contado mis padres Mariano Y Bienvenida y otras personas  de mi pueblo y de sus aldeas
[7] Torres Mena, JOSÉ. : Artículo “Sobre aguas a veces turbulentas. Las  Maderadas” OLCADES. Temas  de Cuenca. Vol. 1.Págs. 11-26. Ediciones Olcades. Cuenca 1981.
[8] López Marín, MARIANO.: “Etnología y costumbres populares de Salvacañete” .Ediciones Rodeno y colaboración Excmo.  Ayto. de Salvacañete. Cullera, 2016. El transporte de maderas. Los gancheros

(C) MARIANO LOPEZ MARÍN